En una nueva locura, el eterno aspirante a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador, prometió en un mitin en Saltillo, Coahuila, que mandará “al carajo” los exámenes de admisión de preparatorias y universidades para garantizar un lugar a todos los estudiantes.
Esta promesa no es novedad en el discurso del propietario de Morena, sin embargo, lo nuevo es el aumento de la intensidad en su demagógica perorata al añadir palabras de alto impacto como “carajo”, una muestra de desesperación para conseguir votos.
A pesar de que el llamado “líder mesiánico” exalta a sus seguidores al decirles que la educación media superior y superior es exclusiva, y repite cual disco rayado la promesa de eliminarlos, nunca explica cómo va a lograr tan milagrosa acción.
Resulta absurdo que un presidente elimine de tajo el requisito de examen de admisión y dé acceso a educación media superior y superior a todos los aspirantes, como lo insinúa el tabasqueño.
En primer lugar, las escuelas públicas no tienen matrículas suficientes para todos los que buscan un lugar, por lo que sería necesario construir más campus, hecho que tomaría años.
Además, López Obrador tendría que violar la autonomía universitaria de estatales, la UAM y la UNAM para hacer obedecer su autoritario mandato y, aun en caso de cumplirlo, no habría aulas suficientes para todos.
El “mesías tropical” tampoco explica de dónde se sacaría un presupuesto educativo tan alto en tan poco tiempo para ampliar y construir escuelas, ni cómo determinaría qué aspirantes ingresarán a cada escuela o carrera.
No cabe duda que las promesas de AMLO son un anzuelo para que los más necesitados voten por él a ojos cerrados, y que ya se le acabaron las propuestas, pues cada vez que se presenta en público repite lo mismo que ha dicho por años.
