¿En verdad somos tan fuertes como país, o nuestros análisis son basura?

    Una conducta siempre presente en nuestros espacios mediáticos, no de ahora, sino desde hace decenios, es la que practicamos por razones diversas que consiste, básicamente, en vender una opinión interesada como análisis objetivo, tanto de un tema o problema específico como de la situación general del país.

    Dicha conducta, en los años del dorado autoritarismo y la economía cerrada, tenía un efecto considerable. Sin embargo, en los tiempos actuales, en la democracia y la economía de mercado, imperfecta, pero de mercado; cuando nos hemos integrado a la globalidad después de la debacle del año 1987, y ante las formas de comunicarnos que la ciencia y la tecnología han vuelto viable en casi todos los países, ya no es tan fácil vender cuentas de vidrio analíticas, como si fueran diamantes de elevado kilataje.

    Hoy, esas prácticas tienen un efecto efímero y los que la practican, pronto enfrentan el descrédito, y sus análisis pierden influencia y seguidores.

    Esa conducta, hay que decirlo, no es privativa de México; en no pocos países de América Latina, es común en los espacios mediáticos. Incluso podríamos establecer una correlación positiva entre la abundancia de análisis como los señalados, y el nivel de autoritarismo del país en cuestión: a mayor nivel de autoritarismo y control de los espacios mediáticos, mayor es el número de opiniones interesadas, las cuales son vendidas como análisis objetivos de la situación económica o política.

    Lo anterior da como resultado contradicciones como ésta: por un lado, una avalancha de análisis objetivos de, por ejemplo, la política económica del gobierno en turno y por el otro, la contraparte aportada por la realidad: No solo no convergen, sino que son totalmente opuestas.

    Por otra parte, los acontecimientos que sorprendieron a casi a todo el mundo hace unos cuantos días —la victoria del Brexit, que los electores hicieron posible en el Reino Unido—, ya han tenido efectos de consideración. Éstos, no son únicamente los montos perdidos en el valor de mercado de algunas empresas que cotizan en las Bolsas de Valores, sino la etapa de volatilidad e incertidumbre que aquella decisión ha producido.

    ¿Afectará esto último a las economías de Europa, y de países localizados en otras regiones del planeta? Sí, parece ser la respuesta casi unánime, pero sin dejar de reconocer que hay un país al cual, para decirlo coloquialmente, algunos analistas afirman que el Brexit le hará lo que el viento a Juárez: México.

    ¿En verdad no saldremos afectados? ¿Tan fuerte es, o tan aislado está México? La verdad, ni es tan fuerte y sí está integrado a la globalidad, y es interdependiente en alto grado, con algunas de las economías que sufrirán directamente los efectos negativos de aquella decisión.

    Hoy, por más que tratemos de desdibujar la realidad, nuestra divisa sufrirá las consecuencias de la incertidumbre y la volatilidad; poco importaría si la causa fuere la cualidad que guarda el peso mexicano en los mercados de futuros puesto que, los efectos negativos, más temprano que tarde se harán sentir en el nivel de precios de la economía.

    Al final, ¿qué es lo que queda? Simplemente, la pregunta del título: ¿En verdad somos tan fuertes como país, o nuestros análisis son basura?

    ¿Usted qué piensa? ¿En verdad somos un país con una economía sólida y sin problemas estructurales, o la casi totalidad de nuestros análisis son, simplemente, propaganda barata e inútil? En una palabra, ¿basura?