Una dama se vio en una calavera de cristal
En calavera de cristal se vía,
en el espejo docto escarmentaba
la que, cuando belleza se miraba,
luz mortal de belleza se atendía.
Cuando secreto fuego introducía,
una diáfana Troya se quemaba
y polvo cristalino sospechaba
la que luciente eternidad ardía.
¡Ah, dice, cómo en el cristal diviso
a lo que más eterno resplandece,
puede ser escarmiento de ceniza!
La muerte ha de morir, que como se hizo
de cristal, que a la vida se parece,
quedó la misma muerte quebradiza.
Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.