El intocable Javier Duarte

Con sobrada razón, muchos ciudadanos han manifestado indignación, enojo y hasta “encabronamiento” por lo que pareció mucho más que una fuga anunciada del gobernador de Veracruz, con licencia, Javier Duarte.

Y es que el de Duarte no sólo fue un escape puntualmente planeado y severamente ejecutado, sino que se trató de una burla a la sociedad toda y a las instituciones, en general.

En rigor, lo cierto es que Javier Duarte engañó a todos con la verdad. ¿Y cuál fue el engaño y cual la verdad?

Duarte dijo que pedía licencia al cargo de gobernador, para enfrentar la justicia, luego de negar que se daría a la fuga. Lo cierto es que, al final, enfrentó a la justicia huyendo de sus perseguidores.

Lo simpático –y hasta ridículo–, es que sin restar valor al enojo social, lo cierto es que, legalmente y en rigor, Javier Duarte parece intocable.

¿Por qué?

1.- Porque según los artículos 109, 110 y 111 de la Constitución, para proceder penalmente contra un gobernador, se debe iniciar un juicio político que –durante su tortuoso proceso–, deja todas las puertas abiertas para que un inculpado, como Javier Duarte, se de a la fuga. Como al parecer ocurrió.

2.- Porque legalmente –y a pesar de distintas opiniones en contrario–, el gobernador de Veracruz es protegido por el fuero, en tanto mantenga la condición de “gobernador con licencia”.

3,. Porque a pesar de que exista una orden de aprehensión en su contra, Javier Duarte no puede ser perseguido judicialmente en tanto las cámaras del Congreso de la Unión no resuelvan el juicio de procedencia y el juicio político.

4.- Porque corresponde a la Cámara de Diputados convocar al Juicio de Procedencia, una vez que conoce la orden de aprehensión girada por un juez. En ese caso, los diputados federales se instalan en el papel de fiscal, en tanto los senadores asumen el papel de jurado de sentencia.

5.- Porque en el supuesto de que el Senado declare culpable al gobernador de Veracruz, su resolución pasará al Congreso Local, el cual determinará el desafuero de Javier Duarte.

6.- Porque sólo hasta ese momento –hasta que el Congreso Local declare desaforado a Duarte–, y según el artículo 111 Constitucional se podrá hacer efectiva la orden de aprehensión en su contra.

7.- Porque todo el procedimiento arriba citado, lleva por lo menos seis meses, tiempo suficiente para que un pillo del gobierno que se quiera y del partido que se imaginen, pueda preparar no sólo una fuga, sino todo lo necesario para presentar medio centenar de amparos, como fue el caso de Guillermo Padrés.

8.- Porque en el caso específico de Javier Duarte, parece poco práctico iniciar el juicio de procedencia y el juicio político, ya que su formulación, desarrollo y conclusión llevan por lo menos seis meses de trabajo legislativo.

9.- Porque, como queda claro, si Duarte deja el cargo el último minuto de noviembre de 2016 –a pesar de su solicitud de licencia–, entonces se podrá ejercer acción penal en su contra a partir del 1 de diciembre próximo. Queda claro que Duarte diseño su fuga con expertos.

  1. Y porque el de Javier Duarte no es el único caso de un servidor público con fuero, que pide licencia y que es perseguido por la justicia federal. En 1946, el entonces diputado federal, Carlos Alberto Madrazo, pidió licencia y –aún así–, fue preso y sometido a juicio por delitos graves. La autoridad judicial determinó que al pedir licencia había perdido el fuero. Sin embargo, Madrazo apeló y se amparó. La primera sala de La Corte resolvió, por cuatro votos a favor y uno en contra, que la licencia no es causal de pérdida de fuero.

Dicho de otro modo, que legalmente –y a causa de leyes hechas para facilitar la impunidad y la fuga de los servidores públicos ladrones–, Javier Duarte es intocable, por lo menos hasta el primer minuto del 1 de diciembre de 2016.

Al tiempo.