El PRI ganó Colima… se pudre Colima

De poco o nada sirvió que el Tribunal Electoral anulara la elección ordinaria de gobernador de Colima.

De poco o nada sirvió que el Instituto Nacional Electoral organizara una segunda elección en aquel estado.

De poco o nada sirvió que los colimenses acudieran a las urnas por segunda ocasión.

De cualquier forma, Colima –como estado– y sus habitantes volvieron a perder.

Los primeros resultados dan la ventaja al priista Ignacio Peralta, el mismo que triunfó en el proceso ordinario del 7 de junio.

Sin embargo, los primeros reportes también hablan de un gran cochinero. Los primeros cortes de información retratan un proceso desaseado. Los primeros datos contundentes dejan ver que la elección extraordinaria fue tan mala como la ordinaria.

A finales de 2015, el Tribunal electoral decidió anular la elección de gobernador pues se comprobó que el secretario de Desarrollo Social había apoyado al candidato del PRI.

Y aunque en esta ocasión no existen elementos para dar certeza del mismo fenómeno, lo cierto es que hay muchas otras evidencias de que la elección fue una tomada de pelo.

En pocas palabras, el tiempo de campañas estuvo plagado de guerra sucia, la vida privada de los candidatos se convirtió en instrumento de campaña, las intimidades de los abanderados fueron más poderosas que las propuestas y programas de gobierno; además, se encontraron camiones con despensas, se denunció el robo de boletas electorales y se encontraron boletas apócrifas.

Todo esto, en un proceso coordinado por el Instituto Nacional Electoral, la máxima autoridad en la materia.

Por eso, aquí creemos que de poco o nada sirvió la elección extraordinaria en Colima. En los hechos, los mismos partidos, con los mismos candidatos, pidieron votos a los mismos electores, echaron mano de las mismas trampas y el resultado fue prácticamente el mismo.

Acaso, la única diferencia fue el árbitro electoral. En la elección ordinaria, el responsable del proceso fue el instituto electoral de la entidad. En la extraordinaria, la autoridad competente fue el Instituto Nacional Electoral. Y hoy sabemos que ambos fueron igualmente malos.