AMLO: la hora de la verdad

López Obrador inicia el sexenio con alto nivel de aceptación, lo cual podría significar una luna de miel larga. También es un gran comunicador y su manejo de los símbolos y discursos de poder es impecable. Basta con ver sus decisiones en temas como no vivir en Los Pinos, cancelar el NAIM, cambiar el orden de los colores en la banda presidencial o su discurso historicista.

Pero el liderazgo no basta para ser un buen gobernante, aunque proclame ser un hombre de estado – algo que sólo se sabría cuando sus decisiones rindan frutos. ¿Podrá sobrevivir a las expectativas que se han tejido en torno a él? Su experiencia en el gobierno del Distrito Federal puede no ser un referente sobre qué esperar: la complejidad en los asuntos es distinta y pasaron ya dos sexenios.

Al día de hoy, pareciera que todo se mueve en torno a su figura. Eso no bastará para generar confianza en los mercados: los autócratas alejan inversiones y sus contradicciones no ayudan. Por lo pronto, en lo personal le daré el beneficio de la duda a partir de que haga algo que nunca ha hecho a lo largo de su carrera política: asumir responsabilidades.