AMLO Y MADURO; GOBERNAR POR DECRETO

Ayer preguntamos –en el Itinerario Político–, lo que podría pasar si el candidato presidencial de Morena pierde la contienda electoral del 1 de julio.

La conclusión es que viviríamos a las puertas del caos que provocaría la rabia de la derrota. Es decir, que ante un voto adverso al candidato de Morena, asistiríamos a una suerte de “rebelión de los perdedores”, con los resultados de un ataque directo a las instituciones.  

Deliberadamente –y en sentido  contrario–, al final del texto dejamos una pregunta en el aire: ¿Y qué pasaría si AMLO gana? Dicho de otro modo, que debemos revisar la otra cara de la moneda.

Y, por increíble que parezca, el resultado podría ser similar; entrar a las puertas de una severa crisis de gobernabilidad, de inestabilidad y de todas las instituciones. ¿Por qué?

Porque si le hacemos caso a todo lo que ha prometido el candidato de Morena, lo menos que viviremos en una tragedia regresiva para la democracia mexicana.

¿Lo dudan?

1.- Todos los conocedores de la cosa político electoral aseguran que –según los cálculos de los votos que repartirán los ciudadanos a los partidos y sus candidatos–, Morena tiene posibilidades reales de ganar la presidencia, pero estaría muy lejos de conseguir la mayoría en las cámaras del Congreso. Es decir, no tiene ninguna posibilidad de alcanzar mayoría en diputados y senadores ¿Y eso qué?  

2.- Casi nada, que sin la mayoría en el Congreso de la Unión y en los Congresos estatales, los opositores a Morena podrían paralizar todas las acciones de gobierno de un presidente como AMLO. ¿Imaginan a un gobierno que se ha propuesto “hacer historia”, maniatado por el Congreso? ¿Y eso qué tiene de particular?

3.- Que de golpe y porrazo quedaría paralizado casi todo lo prometido por el nuevo gobierno. Claro, a menos que la nueva administración de Morena recurra a la estrategia empleada por Lula, en Brasil; la de sobornar con dádivas millonarias a los diputados para comprar su voluntad.

4.- En sentido contrario, podríamos ver la vuelta del autoritarismo y el desdén al Congreso. Lo curioso es que eso ya lo vimos en la capital del país –durante 2000 y 2006–, cuando Obrador gobernó a punta de decretos, llamados “bandos”, que no son otra cosa que ignorar al Congreso.

5.- ¿Y qué significa un gobierno que opera a través de decretos para ignorar al Congreso y al Poder Judicial?

6.- Significa la desaparición de la división de poderes, uno de los pilares del Estado democrático; representaría abrir la puerta a una dictadura y un severo retroceder a los tiempos del partido único, del autoritarismo, la opacidad, además del fin de la pluralidad y los contrapesos en el poder.

7.- En pocas palabras, una victoria de López Obrador significaría el regreso al México de los años 50 y 60, no sólo por la aplicación de una economía cerrada y la implantación de un populismo rapaz, sino que asistiríamos al regreso de los gobiernos represores y autoritarios, en donde libertades fundamentales, como la de expresión, estarían canceladas.

8.- Todo eso sin contar con el regreso de la violencia a los niveles del Distrito Federal entre 2000 y 2006; el incremento del secuestro, la extorsión, la trata de personas… Y es que el perdón que propone AMLO a criminales y matarifes no será más que el pago a los servicios prestados por grupos del crimen que por todo el país han impuesto candidatos de Morena.

9.- Y, claro, seremos testigos de la destrucción de instituciones fundamentales como la Secretaría de la Defensa, la Marina, la Policía Federal, que serían convertidas en un caprichoso cuerpo de represión al servicio no de los ciudadanos, sino del dictador en turno. Porque, claro, AMLO tendrá su “fiscal carnal”

10.- ¿Y las reformas estructurales? Bueno, ya ni hablar, serían borradas del firmamento, con la crisis económica y la devaluación del peso frente al dólar, la fuga de capitales y de inversiones externas.

Dicho de otro modo, en el triunfo o en la derrota del AMLO, todos saldremos perdiendo. Y es que AMLO, como Maduro, gobernaría por decreto.

Al tiempo.