Anatomía rápida del populismo

Ahora que las élites buscan tapetes para poner a AMLO, por su delantera en todas las encuestas, y hasta celebran su chiste de la píldora para la presión “Amlodipino”, es recomendable leer una conferencia de Ernesto Zedillo acerca de los líderes populistas que llegan al poder.

El mismo Zedillo que, siendo el último presidente de la dictadura perfecta en México, decidió por inspiración divina que, en el 2000, AMLO pudiera registrarse como candidato a Jefe de Gobierno del Distrito Federal sin cumplir con los requisitos legales de residencia, pues vivía en Tabasco.

Sin embargo, Zedillo dictó una conferencia que retrata el actual momentum de AMLO con las élites: la publicó Este País el 01/11/2017, tomada de una cátedra ofrecida por el expresidente en el Foro de Política Latinoamericana, de la Escuela Harris de Políticas Públicas de la Universidad de Chicago:

“Resulta interesante que su relación con la llamada élite pasa normalmente por un ciclo de odio-amor-odio. Se instauran en el poder encontrando apoyo de ciudadanos con resentimientos, frustración y enojo contra las élites políticas y económicas. Sin embargo, apenas llegan al poder, los líderes populistas y las élites —o al menos con una parte de ellas— buscan un acuerdo mutuo. Por un periodo de tiempo, juegan entonces el juego del ‘idiota útil’: miembros de la élite apuestan a manipular al líder populista mimando sus tendencias narcisistas y mesiánicas, incluso disponiéndose a apoyar algunas políticas a las que se oponen tradicionalmente y que podrían ir en contra de algunos de sus intereses, pero que avalan con el objetivo de preservar en equilibrio su ‘captura’ del sistema”.

Y continúa el benefactor político de AMLO en el 2000:

“Los populistas persiguen la popularidad y el poder prometiendo soluciones mágicas a problemas concretos que la población sufre día a día: pobreza, exclusión social, inseguridad y falta de oportunidades económicas. Todo populista practica el maniqueísmo político. En el discurso populista, cada problema que el país y su gente enfrentan sólo existe porque ‘los malos’ han estado a cargo. Si se diera el poder a ‘los buenos’, entonces los problemas se resolverían por la simple virtud de la buena voluntad. Simplificaciones excesivas —si no es que deliberadas mentiras que apelan a las emociones y a las frustraciones de la gente— son usadas profusamente por ellos para conseguir apoyo en su búsqueda de poder”.

Es ese tipo de escritos que la envidia intelectual te hace lamentar: “Caramba, ¿por qué no se me ocurrió a mí?”. Sin embargo, ahí está en la red esa gran conferencia de Zedillo (http://www.estepais.com/articulo.php?id=1233&t=politica-anatomia-rapida-del-populismo) para que los crecientes tapetes de AMLO le den una leída, aunque sea de mal gusto aquella frase de “te lo dije”.

Y que acompañen la lectura con “Amlodipino”.