Anaya, ¿el apestado del PAN? ¿Por qué?

Los médicos de la peste utilizaban máscaras llenas de artículos aromáticos, diseñadas para protegerlos del aire podrido, el cual era visto como la causa de la infección.

Como si fuera un paciente de la enfermedad infectocontagiosa que ha matado a más de 200 millones de personas —la peste—, Ricardo Anaya sufre el rechazo de la mayoría en el interior de su partido: el Partido Acción Nacional (PAN).

Tras la humillante derrota ante Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial del 1 de julio y una perjudicada reputación a causa de un gran escándalo de lavado de dinero, “el apestado” Anaya tiene un pie afuera del blanquiazul por decisión casi unánime de sus correligionarios.

Las muestras de rechazo comenzaron durante las precampañas, de un grupo de legisladores denominados “los rebeldes del PAN” —incluido el senador Ernesto Cordero, expulsado del partido un día antes de la elección presidencial por apoyar la candidatura del priista José Antonio Meade—.

Los “rebeldes del PAN” se rehusaron a apoyar la candidatura de Anaya. Lo acusaron de abusar de su posición como presidente nacional del partido para apoderarse de la candidatura presidencial y de relegar las aspiraciones de Margarita Zavala, quien tenía mejores pronósticos, según las encuestas.

Posterior a la contienda, al PAN sólo le quedaba la derrota y el desprestigio, por lo que otros panistas prominentes comenzaron a intentar rescatar el nombre de su partido a través de la expulsión de Anaya Cortés.

Por “traicionar al partido” y realizar “una fallida estrategia” (la de aliarse con el PRD y MC para la elección), el consejero de Acción Nacional  en Jalisco, Ricardo Salcedo Arteaga, pidió la expulsión de Anaya.

Por “no tener legitimidad colectiva para seguir conduciendo al partido”, varios panistas cercanos al expresidente Felipe Calderón firmaron una carta en la que solicitaron la expulsión de Anaya.

Por ser responsable de “la mayor derrota desde que se celebran elecciones competidas en México” y por “fracturar la institucionalidad del PAN por estar a merced de intereses personales”, 30 panistas, entre los que se encuentra principalmente diputados y exdiputados federales, exigieron la expulsión de Anaya.

Por encabezar un “proceso que dejó a mucha gente fuera de la posibilidad de competir” y para “encontrar a alguien que pueda dialogar con todos”, la asociación de gobernadores del PAN (Durango, Querétaro, Tamaulipas, Aguascalientes, Baja California Sur, Puebla y Quintana Roo) rechazaron la continuidad de Anaya como presidente del partido.

Sin embargo, Ricardo Anaya se encuentra en libertad de decidir si retoma la dirigencia nacional del blanquiazul, ya que “fue elegido por la militancia en 2015”, según palabras del actual presidente interino, Damián Zepeda. La duda es: ¿se atreverá a volver a sabiendas del gran rechazo que enfrenta?