Castañeda, el error de Anaya

Jorge Castañeda Gutman es muy buen articulista y resulta un placer y un privilegio tenerlo de compañero de páginas en El Financiero, pero como político es peor que cero a la izquierda: es tóxico.

Nadie le ha hecho tanto daño a Ricardo Anaya como Jorge Castañeda.

Lo han golpeado, sí, pero daño, lo que se llama daño, sólo Castañeda se lo ha hecho.

Fue el promotor de la idea de prometer cárcel para Peña Nieto como herramienta de propaganda de la candidatura presidencial de Anaya, cuando el abanderado de la coalición PAN-PRD-MC necesita el voto útil del PRI.

Adiós al voto útil para quien promete llevar al reclusorio a quien, les guste o no, es el líder real del PRI.

Su nueva idea es esparcir la especie de que “hay un pacto de impunidad” entre López Obrador y Peña (El Universal de ayer).

Ni un niño compra esa versión.

AMLO le daría a Peña impunidad, según Castañeda. Y ¿qué le daría Peña Nieto a López Obrador? ¿A cambio de qué sería el buen trato de López Obrador al “ex presidente”?

¿Votos? ¿Asistentes a los mítines? ¿Dinero? ¿Tiempo en televisión? ¿Qué? Todo eso ya lo tiene el puntero en las encuestas y no necesita pactar con EPN para obtener nada.

Lo que hace Castañeda con esa cantaleta es justificar por anticipado la derrota de Anaya.

¿No ayudaría más a su candidato si busca el voto útil e infunde ánimo triunfador a los suyos en lugar de inventar un pretexto?

¿Por qué da como ganador por adelantado a López Obrador?

Curioso jefe de campaña tiene Ricardo Anaya.

A Felipe Calderón, Castañeda lo insulta cada vez que puede. Se ha cebado en vituperios contra el expresidente, justo cuando Anaya necesita el apoyo de Margarita Zavala, que es la esposa y compañera de luchas políticas de Calderón.

Ese es el “estratega” de Anaya.

También se le ocurrió hacer que Anaya prometa una Comisión Internacional de la Verdad contra el gobierno de Peña Nieto, que no es otra cosa que enjuiciar al Ejército por parte de personas y organismos extranjeros.

Hasta López Obrador frenó su golpeteo al Ejército, y el vocero de la campaña del panista Anaya lo vuelve a poner en la mesa como una idea suya y de su candidato.

¿Voto útil para Anaya, cuando su coordinador se encarga de pelearse con los posibles apoyos, y da por perdido a su candidato por un “pacto” Peña-AMLO?

Castañeda ha sido el lastre de la campaña de Anaya que le ha impedido despegar. No es un estratega. Es políticamente tóxico.

En gran medida fue él quien le arruinó el sexenio a Vicente Fox, pues lo alentó a perseguir priistas en lugar de usar al PRI –que en ese entonces estaba débil y aterrado– para sacar adelante las reformas que se necesitaban.

¿Resultado? Ningún priista en la cárcel, cero reformas, y un crecimiento económico promedio de dos por ciento, sin crisis internacional, con el barril de petróleo a 100 dólares y una producción superior a los tres millones de barriles diarios. Un sexenio dilapidado para nuestro país.

Fue Castañeda quien respaldó a Elba Esther Gordillo en el círculo del presidente Fox y le dieron la SEP, en lugar de hacer la reforma que le quitara al sindicato la rectoría de la educación pública.

Como canciller desperdició a George Bush Jr. en la presidencia de Estados Unidos. No consiguió un acuerdo migratorio a pesar de contar –en un comienzo– con la simpatía del gobernante vecino.

Terminamos peleados con Estados Unidos cuando más se podía construir, y al mismo tiempo nos enemistamos con Cuba. Nada de eso fue por razones ideológicas, sino por la falta de operación política del secretario de Relaciones Exteriores.

Luego se volcó a luchar contra la partidocracia. Anunció su apoyo total a Armando Ríos Piter como candidato presidencial, pues según él los partidos eran los causantes de las desgracias del país.

A la hora de la verdad, sin embargo, no le ayudó a conseguir firmas, lo dejó en la estacada. Él ya se había arreglado con los partidos políticos de los cuales ahora es vocero.

Malas noticias para Anaya. Su asesor estrella le dinamitó los puentes con el voto útil, no le suma a nadie y anuncia, a un mes de las elecciones, que la batalla está perdida porque hay un “pacto” Peña-AMLO.