“¡CHINGÓN PRESIDENTE, TODOPODEROSO!”

No sólo resulta de risa loca –sino que es una locura–, que algunos presidenciables sigan pensando que en México no se mueve la hoja del árbol del poder, sin la orden del presidente.

Sí así fuera, la pregunta obliga. ¿Qué hacen, entonces, en una contienda en donde no existen instituciones confiables, porque todas son mangoneadas por el presidente?

Si los presidenciables que se dicen perseguidos y si ya saben que el presidente Peña mangonea toda la elección, por qué no presentan pruebas, se retiran y proponen cambios por métodos alternos a la democracia electoral?

Lo cierto es que cuando AMLO, Anaya y El Bronco despotrican contra las instituciones, en realidad están dando una muestra, adelantada, de que la noche del 1 de julio –o la madrugada del 2–, desconocerán el resultado. Por eso, desde hoy debemos darles las gracias por confirmar que no son confiables y no son demócratas.  

Y es que, cuando así conviene a su “chabacano interés”, el presidente es visto como el sabio capitán del viejo velero decimonónicos que vigila con sus catalejos lo que a distancia hacen tirios y troyanos, para mandar misiles contra tal o cual, no sea que –en una de esas–, le arrebaten el poder.

“¡Pinche presidente que todo lo sabe, todo lo ve; que todo lo puede, a todos espía y que combate con ferocidad a sus enemigos en tiempo electoral”.

Lo curioso es que el poder “metaconstitucional” que los “engañabobos” le otorgan al presidente mexicano en tiempo electoral –el poder de mangonear a su antojo toda la elección–, contrasta con insultos y ofensas al presidente que muchos “pendejean” porque no puede con Trump, porque no puede con los grandes problemas, porque se deja manipular por quién sabe qué fuerzas perversas y, al que están dispuestos a perdonar, cuando lleguen al poder.

¿A cuál presidente quieren hoy; al chingón que todo lo puede, que mangonea a todas las instituciones, que violenta la división de poderes con solo un guiño, al que les ganó la elección mexiquense o al tonto que nada sabe y nada puede?  

Pero más allá de la locuaz orfandad por la presidencia imperial –que muestran presidenciables como AMLO, Anaya y “El Bronco”–, lo grave es que desde analistas, opinantes, intelectuales y periodistas –no se diga el ciudadano de a pie–, se creen la estupidez de que “El Bronco” fue metido a la boleta porque lo ordenó el presidente.

¿Cuál es la prueba de semejante estupidez?

No hay prueba alguna, más allá del cálculo político-electoral del candidato de Morena. No hay más prueba que el discurso “engañabobos” del mismo que en muchas elecciones ha gritado que existió fraude, sólo porque el resultado no le conviene.

Y si dudan de las mentiras y los delirios de AMLO, basta recordar que en los previos al año 2000, el Instituto Electoral del DF lo hizo candidato sin reunir los requisitos de residencia.

Igual que el Tribunal Federal metió hoy a El Bronco a la boleta presidencial, el Instituto electoral del DF metió a la boleta para jefe de gobierno a AMLO. Pero claro, entonces no hubo fraude y entonces el presidente no metió la mano. ¿No es de risa loca?

Pero vamos a suponer, por un momento, que vivimos en la presidencia imperial de los años 60 y 70, a la que, por cierto, AMLO nos quiere llevar. Vamos a imaginar que, en efecto, el presidente le ordena al Tribunal Federal Electoral meter “Al Bronco” a la boleta presidencial, para bajarle votos a tal o cual candidato…

¿Quién puede garantizar que 50, 500 o cinco millones de simpatizantes de AMLO van a cambiar su voto y van a pasar de preferir a un idiota por otro, como “El Bronco”? ¿Cuál sería el incentivo para preferir a un populista extremo como AMLO, al otro extremo del populismo, como “El Bronco”?  

¿De verdad, un estudioso, un analista o periodista serio, cree que así opera la percepción colectiva? ¿Por qué un fanático lopista podría cambiar su voto a favor de un tramposo independiente?

Suponer que así ocurrirá, es tan idiota como la supuesta persecución presidencial contra Ricardo Anaya. Como saben, el candidato del PAN, PRD y MC se dice perseguido por el presidente, al que además prometió que meterá a la cárcel. De verdad Peña Nieto maneja a su antojo al Poder Judicial. En éste caso, Anaya le endilga al presidente poderes casi divinos, porque el aspirante presidencial tiene una larga cola que le pisen.

Pero algo idéntico ocurre con el gobernador de Chihuahua. ¿Lo recuerdan? El locuaz Javier Corral dijo que el presidente le ordenó a la Judicatura Federal, perseguir a su gobierno. ¿Por qué? Porque Corral es el moderno salvador de la patria.

¡No mamen…! ¡Ya paren de engañar…!

Al tiempo.