¡COBARDE!

Especial

Tengo que admitir que López Obrador ha superado todas mis expectativas. Nunca creí que pudiera conseguirlo.

Lo creía inepto, ignorante, zafio, corriente, necio, con demencia senil prematura mezclada con megalomanía. Pero tabasqueño y chiapaneco a partes, lo creí entrón y bragado.

Nunca lo creí un afeminado. Jamás lo creí un cobarde, un individuo medroso, incapaz de fajarse a la hora buena.

Lo de Culiacán no tiene nombre: no concibo manera más estúpida, más torpe de tratar de echar el guante a un peligroso criminal.

La estolidez de que se hizo gala en el fallido operativo, es tan escandalosa, que mueve a sospechar que haya sido intencional, para tener justificante por no aprehenderlo.

Pero lo peor es que en lo mejor de la crisis, en vez de portarse a la altura de su investidura, López Obrador solo atinó a evadir las preguntas y salir por peteneras a Oaxaca, en vez de trasladarse a Sinaloa al frente de cuatro o cinco aviones con tropas especiales o a la cabeza de una columna de blindados.

La verdad es que si se hubiera querido dar una solución militar al asunto, se hubiera conseguido en cuestión de un par de horas, dejando claro quien manda en el país y que nada ni nadie se encuentra por encima del estado.

Pero para ello, habrían hecho falta unos atributos masculinos ENORMES, de los que es más que evidente que el oriundo de Macuspana carece. De tal suerte, ordenó a los militares replegarse.

Estoy seguro que al interior de las fuerzas armadas, todo mundo le ha requinteado la progenitora al titular del ejecutivo federal y que no lo han bajado de afeminado.

No recuerdo a ningún otro presidente que humillara, denigrara, ridiculizara y se burlara de nuestras fuerzas armadas de la manera en que lo ha hecho López Obrador. Ello me ha llevado a preguntarme si nuestros soldados tienen atole en las venas.

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Hace algunos años alguien dijo que López Obrador era un peligro para México y creo que se quedó muy corto: no es un peligro, es una plaga, una auténtica maldición.

Es urgente para México que sus hijos se agrupen (al menos los pensantes), para diseñar una estrategia que permita desplazar del poder político a semejante calamidad.

Es momento de la generosidad y de las iniciativas inteligentes para acabar la infección Lopezobradorista, porque si le permitimos seguir avanzando, se convertirá en gangrena.

Hago votos porque en el panorama aparezca en breve quien de manera providencial acabe con esta pesadilla nacional.

Dios, Patria y Libertad