Comiendo cacahuates

En una brevísima conferencia de prensa la tarde de ayer en Washington, el canciller Marcelo Ebrard reconoció que la tan esperada reunión entre las delegaciones de México y Estados Unidos no había arrojado un acuerdo y que será necesario seguir negociando para “tratar de acercar posiciones”.

Ebrard relató que “cada quien defendió sus puntos de vista con argumentos y firmeza” y que era imposible esperar que la negociación concluyera favorablemente luego de apenas dos horas. Cuestionado sobre si mantenía su pronóstico de 80% de posibilidades de éxito, el canciller afirmó: “Seguimos siendo optimistas porque tuvimos una buena reunión, en términos respetuosos y en un buen ambiente. Nos dieron la oportunidad de compartir y explicar el punto de vista de México”.

Pese a que las pláticas continuarán mañana, Donald Trump ya ganó algo sustancial: logró que México acepte unir los temas comercial y migratorio en la negociación.

“Estuvimos de acuerdo en algo: no puede seguir la situación migratoria como está. Se dieron números y los flujos de personas han crecido”.

¿A poco México no conocía ya esos datos? Al escuchar eso, ¿qué habrá pensado la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien fue convocada ayer a Palacio Nacional para el tema de los “presos políticos”?

—¿Les dijeron qué quiere EU? –le preguntaron a Ebrard.

—Medidas que tengan un efecto en el corto plazo o incluso en lo inmediato. México quiere medidas que vayan más allá de lo punitivo.

A la delegación mexicana la agarraron comiendo cacahuates. Esa es la verdad. Pese a las reiteradas aseveraciones de que evitarían vincular lo migratorio con lo comercial, el primer tema dominó la reunión.

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El propio Ebrard lo reconoció: “No hablamos de los aranceles. Nos enfocamos en migración”.

¿Que, que, quéééé? ¿Acaso no era otro el plan? Quizá al canciller se le olvidó que ningún funcionario de Gobernación o Migración había viajado con él a Washington. La delegación, que incluye a los secretarios de Economía y Agricultura, estaba preparada para dar una batalla en el terreno comercial, intentando convencer a Trump y a sus aliados y rivales que los aranceles dañarían también a la economía estadunidense.

En ese sentido, ¿qué significará “acercar posiciones”? ¿Que EU exija que México detenga a 800 migrantes al día y nuestro país contraproponga 400 y se negocie una media?

“Vamos a buscar un punto de entendimiento lo más pronto que se pueda”, insistió Ebrard.

Más vale que sea mañana o pasado mañana. El reloj sigue corriendo y el plazo del 10 de junio se acerca y acecha. Ese lunes tan temido.

 

 BUSCAPIÉS

*Por si faltaban malas noticias para coronar esta maldita primavera, las calificadoras Fitch y Moody’s se encargaron de comunicarlas. En cuestión de minutos, la primera anunció que bajaba el grado de inversión de México a BBB, la segunda nota más baja, mientras que la segunda cambió de estable negativa la perspectiva de la deuda soberana de México. Con los pobres avances de la negociación en Washington, a la novena nacional le hicieron un triple play.

*Dicen que el tesón y la terquedad se diferencian sólo en los resultados. Mientras el primero es la insistencia virtuosa en la búsqueda del éxito, la segunda es la reiteración de acciones que apuntan al fracaso. ¿No sería tiempo de reconocer que el intento por salvar a Pemex está llevándose entre las patas a las finanzas nacionales? Tanto Fitch como Moody’s advirtieron que la deuda de Pemex representa una gran amenaza para la economía mexicana. ¿No sería hora de dar marcha atrás al proyecto de Dos Bocas?