Con la realidad hemos topado, presidente

Paradójicamente, al haberse declarado desierta la primera licitación de Dos Bocas, quizás se va a producir una buena noticia para Pemex, en contra de lo que pareciera.

Hagamos un recuento.

El pasado 18 de marzo fue anunciado que, a través del mecanismo de invitación restringida, cuatro de las empresas más calificadas del mundo, concursarían por convertirse en el ‘Project Management’ de la construcción de la refinería.

Es decir, las empresas no construirían el proyecto, sino que lo diseñarían y supervisarían su construcción, es decir, una tarea clave.

Eran cuatro los grupos participantes: Bechtel-Techint; WorleyParsons-Jacobs Engineering Group; Technip y KBR.

Al presentarlas, se argumentó que, en conjunto, las empresas concursantes tenían la experiencia de haber desarrollado alrededor de 150 refinerías en el mundo, por lo que eran una garantía para el proyecto de Dos Bocas.

Tres grupos presentaron propuestas técnicas y económicas, pues Technip desistió.

Pero, ayer por la mañana nos enteramos que la licitación se declaró desierta en virtud de que las propuestas no cumplían con el requisito de concluir la refinería en un plazo de tres años y con un costo que no rebasara los 8 mil millones de dólares.

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 Así que la decisión anunciada fue que el proyecto sería desarrollado por la Secretaría de Energía y Pemex, y sería encabezado por la secretaria Rocío Nahle.

Sin demérito de las capacidades que tengan los funcionarios e ingenieros mexicanos, si algunos de los grupos más calificados del mundo no ven viables ni los tiempos ni los costos definidos, me parece que el gobierno corre un enorme riesgo al pretender que sí se pueden conseguir esas metas, que fueron vistas como inalcanzables por quienes más saben.

Una persona que conoce el proceso de toma de decisiones del presidente de la República me comentaba el día de ayer que, pese al gran interés que tiene López Obrador en el desarrollo de la refinería, si en un cierto lapso no observa claramente que sea posible terminarla en el plazo y costo que fijó, no continuará obstinadamente con su construcción.

Es uno de sus proyectos emblemáticos, me decía, y no iba a dejar que muy pocas semanas después de su lanzamiento se decretara su inviabilidad, pero no es alguien que vaya a suicidarse en un proyecto sin futuro.

El impacto que tuvo el anuncio de declarar desierta la licitación fue realmente menor. Pareciera como si los mercados ya tuvieran descontada esa determinación.

No obstante, entre algunos expertos sí hay una creciente preocupación por la posibilidad de que el gobierno vaya a colocar recursos cuantiosos en un proyecto inviable.

La alusión a la expropiación petrolera hecha ayer, cuando los ingenieros mexicanos tuvieron que improvisar para mantener en operación las plantas de las empresas expropiadas, más allá del esfuerzo admirable que hubo, al final es preocupante.

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Hoy, el nivel de complejidad técnica es muy diferente.

Paradójicamente, la de ayer sea quizás una buena noticia para Pemex, en el sentido de que si en un plazo razonable se ve la inviabilidad del proyecto, habrá más recursos para las actividades más productivas, como son la exploración y producción.

Dé por hecho que sucederá.

En cierto momento, habrá que decir, parafraseando a Cervantes: “con la realidad hemos topado, Presidente”.