¿Consejeros electorales o jeques?

En todos lados circula la misma imagen: un gigantesco complejo de oficinas. Al fondo destacan dos grandes torres, de 13 pisos cada una. Además, se ven cuatro naves de oficinas –de dos pisos casa una– y al centro, como dicta la tradición; una bandera mexicana.

La imagen, como quizá ya descubrió, es la proyección de cómo se verían las nuevas oficinas del Instituto Nacional Electoral. O si lo prefiere, es una maqueta digital de lo que ya se conoce como INE landia.

Seguramente sabe que el árbitro electoral ha insistido en que es necesario construir un nuevo complejo de oficinas para atender todos los asuntos que le atañen.

Y sin duda, tienen razón. Todas las instancias del gobierno deben tener centros de trabajo dignos y funcionales.

Sin embargo, lo que no termina de quedar claro es, ¿por qué gastar mil 100 millones de pesos en este gran elefante blanco?

¿Realmente hace falta un edificio de oficinas con estas dimensiones y con estos costos?

¿No será que la construcción de estas oficinas envía el mensaje opuesto a los tiempos de austeridad y ahorro de los que habla el gobierno federal?

Más aún, ¿cuál sería la opinión de los mexicanos que no confían en las elecciones, que no confían en el INE y que no confían en los consejeros; cuando se enteren que la intención del árbitro es gastar más de mil millones en oficinas?

¿Los resultados del INE alcanzan para destinar todos esos millones a sus nuevos edificios?

Por lo que hemos visto en las elecciones recientes, la respuesta es no.

Apenas en las campañas de este año vimos árbitros electorales tramposos –a pesar de que los seleccionó el INE–, vimos procesos de auditación insuficientes –a pesar de que, en teoría, ése sería el cambio más relevante con el nuevo INE; y vimos que la única elección que organizó el INE –la de la Ciudad de México–, tuvo una participación de vergüenza.

Por eso, insistimos, ¿vale la pena invertir mil millones de pesos en una dependencia que no ofrece resultados?

Es más, ¿se debe gastar todo ese dinero considerando la situación de desigualdad, de abandono y de pobreza en que vive la mayoría de la población?

¿Es correcto tener un complejo de oficinas de mil millones mientras que en Oaxaca hay niños que nacen en el piso de los hospitales, por falta de camas?

¿Es válido que el INE tenga sus oficinas, mientras que en el norte del país, a falta de casas, siguen muriendo personas por las temperaturas extremas?

¿Es aceptable que el INE tenga estos edificios mientras tres de cinco mexicanos son pobres?