¿CUÁL ES EL COSTO DE LAS MENTIRAS?

“Cada mentira que decimos incurre en una deuda con la verdad. Tarde o temprano, esa deuda se paga”. –Valery Legasov

Advertencia: Para quienes no han visto la serie de HBO Chernobyl, este artículo contiene spoilers.
Chernobyl, con una narración excepcional, nos acerca la tragedia que sucedió en la planta nuclear ucraniana en 1986. Desde luego, conocía el tema pero no a detalle. Sabía que la explosión del reactor había ocurrido al realizar unas pruebas, de los altos niveles de radiación y –lo confieso– no mucho mas.
¿Cuál es el costo de las mentiras?” se pregunta al inicio de la serie, el científico Valery Legasov, mientras graba unas cintas de audio narrando lo sucedido en Chernobyl ese fatídico 26 de abril.  A lo largo de cinco episodios, somos testigos de la lucha del científico contra el gobierno soviético que pretende encubrir la verdad, una verdad que, según ellos, los haría ver débiles frente al mundo. Al final del último capitulo va aún más lejos. “Ser científico, es ser ingenuo. Estamos tan concentrados en nuestra búsqueda de la verdad, que no consideramos cuán pocos quieren que realmente la encontremos. Pero siempre está ahí. Ya sea que la veamos o no. Elijamos verla o no. Lo queramos o no. A la verdad no le preocupan nuestros deseos o necesidades, tampoco nuestros gobiernos, ideologías o religiones. Permanecerá a la espera para siempre. Y está, es la última verdad sobre Chernobyl.  Alguna vez me aterraba saber cuál era el costo de la verdad.  Ahora solo me pregunto: ¿Cuál es el costo de las mentiras?”
La respuesta para Legasov y todos los mortales es dolorosa: el costo de las mentiras es altísimo. En el caso de Chernobyl además de los muertos, está la alta incidencia de cáncer por la exposición a la radiación y un sitio que no será habitable en miles de años. Un precio demasiado alto que pudo ser evitado. Las mentiras, ademas de su costo, nos llevan a otro problema: el verdadero peligro de las mentiras, es que dejamos de reconocer la verdad.
En un estudio realizado en el University College de Londres, los investigadores pidieron a los participantes que sobreestimar la cantidad de centavos en un frasco, les daría lugar a ganancias personales. Los cerebros de los participantes fueron escaneados en busca de actividad durante sus respuestas. Cuando empezaron a exagerar la cantidad de centavos en el frasco, su amígdala, (ese indicador del bien y el mal que tenemos en el cerebro) respondía con fuerza en respuesta a su falta de honradez. A medida que las exageraciones iban en aumento, la respuesta de la amígdala iba disminuyendo. Sí. Nuestra conciencia se hace más débil, hasta que dejamos de reconocer la verdad.
Es imposible mirar la serie de HBO sin sentir la necesidad de reflexionar sobre nuestro presente. ¿Qué tanto reconocemos la verdad? ¿nos importa? ¿Pensamos que las mentiras están justificadas para salvar el pellejo? No nos engañemos. Mentirnos a nosotros mismos en cualquier área de nuestra vida es peligroso, negar la realidad no la cambia y solamente empeora la situación.
¿Y qué pasa con nuestro gobierno, como en el caso de Chernobyl? ¿Permitimos que nos mientan? ¿Somos indiferentes, dejamos de preocuparnos y nos desafanamos de nuestras responsabilidades como ciudadanos? ¡Aguas! Recordemos que cada mentira que una persona dice, su cerebro se siente cada vez menos culpable o avergonzado, lo que puede derivar en mentiras más grandes y frecuentes. Como personas y ciudadanos la verdad puede dolernos, pero las mentiras serán siempre más costosas. Nuestro deber es exigir que se nos diga la verdad. Sea positiva o no. No hay, ni puede haber “otros datos”, son los mismos para todos.
Termino con una frase atribuida al político demócrata norteamericano Daniel Patrick Moynihan “Todos tenemos derecho a tener nuestra propia opinión. Pero no tenemos derecho a nuestros propios hechos”.
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