Cuatro piezas del “rompecabezas” panista

El Partido Acción Nacional arrancó el mes de febrero de 2012 con la noticia de que Josefina Vázquez Mota sería su abanderada presidencial.

El 5 de febrero de aquél año, la panista obtuvo casi el 55 por ciento de los votos en una contienda interna que no fue precisamente ejemplar: antes y durante la elección, las huestes de Vázquez Mota y de sus rivales, Ernesto Cordero y Santiago Creel, se acusaron mutuamente de “acarreo”, compra de votos, presiones y “juego sucio”. Incluso se detectaron “casillas zapato”, donde todos los votos favorecían al mismo aspirante.

De cualquier forma, la ríspida contienda interna del PAN para elegir a su candidata presidencial hace seis años palidece ante el total desprecio de Ricardo Anaya por los valores y la tradición democrática del PAN.

Con acusaciones entre los contendientes y todo, en la elección del candidato presidencial del PAN para 2012 participaron 516 mil 482 militantes y adherentes del partido azul, que expresaron su voluntad a través del voto directo.

En cambio, en 2018, la candidatura de Ricardo Anaya es producto de un “agandalle”. El otrora “joven maravilla”aprovechó su posición como líder del PAN para comprar lealtades. Impuso a la militancia una coalición con el PRD y Movimiento Ciudadano, y junto con Alejandra Barrales y Dante Delgado alcanzó acuerdos cupulares para repartir candidaturas y amarrar su postulación a la presidencia. Además, cerró espacios de participación al resto de los aspirantes, de modo que ni siquiera hubo necesidad de una contienda interna.

¿El resultado? Un partido incluso más dividido y debilitado que en 2012.

Con la legitimidad de haber ganado una elección interna, Vázquez Mota se sentó a negociar con Cordero y Creel la misma semana que fue ungida como candidata, incluso a pesar de que se habían dicho de todo durante la contienda. También recibió el apoyo de Felipe Calderón, a pesar de no ser su candidata favorita (ése era Ernesto Cordero). Los derrotados respetaron las reglas del juego.

Pero como Anaya rompió todas las reglas, fragmentó al partido de forma irreparable. Lo que alguna vez fue Acción Nacional, hoy es un rompecabezas de al menos cuatro piezas: 1) Los que permanecen fieles a Anaya; 2) Los “calderonistas” que apoyarán a Margarita Zavala; 3) Los “rebeldes” como Javier Lozano, que apoyarán a José Antonio Meade; y 4) Los oportunistas como Gabriela Cuevas que terminaron en Morena.

Las piezas del rompecabezas que no apoyarán al PAN en las próximas elecciones –los “calderonistas”, sobre todo– no son pérdidas reparables a través de un Movimiento Ciudadano sin presencia importante más allá de Jalisco; o de un PRD desfondado por Morena.

Anaya dividió a un PAN que tenía todo para ser competitivo.