DEBATE PERVERTIDO

Vivimos en el filo de un arma que corta
Vicente Lombardo Toledano

Difícil discutir, sobre todo en una sociedad con profundas desigualdades, añejos reclamos, cargada de encono, envenenada por agravios e insultos, con endeble cultura política y en la cual las instituciones encargadas de hacerlo (congresos federal y locales) ni remotamente pasan por su mejor momento. Agréguense otras causas: globalización, nuevas técnicas de comunicación, la sobreideologización, prejuicios e intereses. Lo cierto es que hoy en México cada vez se profundiza más la polarización. En un bando los “chairos”, en el otro, los “fifís” y en ambos el insulto.

Es preciso hacer un esfuerzo de madurez y de prudencia, conceder a los otros la posibilidad de que tengan razón y démosle mayor jerarquía a la percepción objetiva de la realidad. Ese sería un buen inicio para analizar los asuntos que nos afligen.

Casi al mismo tiempo que el Congreso discutía considerar el robo de combustibles como delito grave, un nutrido grupo de hombres, mujeres y niños obtenía gasolina de un ducto horadado ante la presencia del Ejército y autoridades. Este hecho, que nadie puede negar, no es un caso aislado, igual sucede con la energía eléctrica, el agua y las casetas de cobro en carreteras. Cuando la violación de la ley otorga beneficios, el contagio para delinquir crece exponencialmente. Esa es la enorme dificultad a superar para fortalecer el Estado de derecho.

Si solo una persona hubiera intentado recolectar la gasolina, seguramente las autoridades habrían intervenido. Como eran muchos, recibieron la orden de evitar la confrontación. En otras palabras: si uno solo delinque, atrápenlo; si son muchos, tolérenlos.

Nadie le niega al presidente López Obrador su entrega y su pasión por servir. El problema está en la eficacia. Regalar dinero mediante programas sociales para disminuir la delincuencia es más bien un estímulo, es admitir la existencia de un Estado extorsionado. Nadie desea, cuando menos no es mi caso, que le vaya mal, pero sí debe hacer un esfuerzo por escuchar y corregir. El empecinamiento no es perseverancia.

Las primeras evaluaciones de un gobierno son por las asignaciones presupuestales y los nombramientos de los servidores públicos. En ambos casos hay graves fallas. Ruiz Cortines decía que cuando uno se equivoca al designar a un colaborador hay tres consecuencias: se perjudica a la institución, se daña a la persona, pues alcanza su nivel de incompetencia y se pierde al amigo al tener que removerlo. Ojalá el presidente no se resista a darle prioridad al interés nacional.

Son muy pobres los argumentos para descalificar a quienes disentimos. Nadie pretende que se olviden los errores y equivocaciones del pasado, hay que sancionarlos si constituyen delitos; hay que aprender para no repetirlos, pero no nos debe atrapar el pasado. La popularidad es engañosa y veleidosa, hay formas más racionales para medir la calidad de los gobiernos.

Para mejorar la confrontación de ideas, es menester esclarecerlas previamente. El tema nuclear de la filosofía jurídica es la relación, vinculación, yuxtaposición de la ética y el derecho, así como la necesidad de distinguirlos. El tema es complicado. Percibo en López Obrador una gran confusión en este tema.

La ética, desde mi largo aprendizaje y repitiendo algunas enseñanzas, se orienta por un principio: trátate a ti mismo como te gustaría que cada quien se trate a sí mismo. Esto es, supérate, mejórate, esmérate en el cultivo de las virtudes. La política se orienta por el siguiente principio: trata a los demás como te gustaría que te traten a ti mismo. Y el derecho sostiene: no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a ti. Son disciplinas complementarias para tener una sociedad armónica. Son conceptos fundamentales para poder entendernos.