¿Dónde está la oposición?

Pasadas cosa más de seis semanas de que tomó posesión como presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, ya se nota su mano en el gobierno:

1.- Canceló el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, que por cierto tendremos que pagar, 2.- Devolvió a los Estados Unidos el avión presidencial (que también tendremos que pagar), 3.- nombró ineptos en PEMEX, CFE Y ENERGÍA (que a la larga, nos van a salir muy caros, porque deberemos pagar el precio de su ineptitud y malas decisiones), 4.- comenzó los despidos masivos en varias dependencias, deshaciéndose de personal valioso y experimentado, 5.- comenzó el traslado caprichoso de las dependencias federales a entidades, fuera de la ciudad de México, generando caos e incertidumbre, 6.- se mantiene en su táctica de polarización social, insultando y agrediendo a sus críticos y a quien no piensa como él, 7.- persiste en su táctica de desinformar, halagando a periodistas sumisos al régimen como Aristegui, Serrano y Gutiérrez Vivó, 8.- Se ha obstinado en la creación de una guardia nacional, leal a sus dicterios y no a la patria y que se mira como un elemento represivo y no de seguridad, 9.- ha dejado 13 estados del país paralizados por falta de combustible, 10.- ha mentido a la nación al decir que el desabasto en la venta de gasolinas, es debido al combate al huachicoleo, cuando simplemente se trata de no comprar energéticos a los Estados Unidos, 11.- generó una oleada de repudio por su conducta ante el sospechoso y conveniente accidente que segó la vida de la gobernadora de Puebla y de su esposo, dos de sus más acerbos rivales, más lo que se acumule, como si fueran pronósticos deportivos…

Y ante este catálogo de calamidades, que nos angustian y desesperan a la ciudadanía, nos preguntamos: ¿Dónde está la oposición?, ¿que rayos hacen, que demonios esperan los partidos supuestamente contrarios al gobierno, que no alzan la voz y no hacen sentir su presencia en las cámaras y en las calles?

Muchos nos preguntamos en México: ¿Dónde están el PRI y el PAN? No los oímos, no los sentimos. Es hora de llamar enérgicamente al gobierno a rectificar, es hora de iniciar plantones, marchas y protestas. Es momento de dejar la comodidad de las oficinas y salir a las calles de todo el país. Es tiempo de aplicar a López Obrador y sus secuaces las mismas tácticas de lucha que utilizaron y que han probado su efectividad.

Pero tal parece que los principales partidos de oposición están dormidos. Nadie habla, nadie alza la voz, nadie se atreve a tomar las calles, permanecen agazapados, temerosos, como si hubiesen perdido la fe y la confianza en su militancia y en sus principios, como si la prédica oficial de ser enemigos del progreso de la patria, los hubiera infectado y los paralizara.

Los mexicanos nos preguntamos donde está la oposición, donde están sus líderes y dirigentes, que es lo que esperan para alzar la voz, que es lo que aguardan para poner manos a la obra. ¿Acaso quieren que el país se nos deshaga entre las manos?

Los mexicanos nos preguntamos cuantos disparates más va a tolerar la oposición y los partidos que la integran al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que evidentemente no tiene ni la menor idea de lo que implica el ejercicio responsable del poder.

En este trascendental momento histórico que nos ha tocado vivir, el papel que pueden jugar para la estabilidad nacional y el equilibrio de poderes en nuestra patria, los partidos políticos de oposición, es definitivo y definitorio. Tienen pues, que atreverse y tomar el toro por los cuernos, si quieren demostrar a la población que son opciones políticas viables y asequibles.

¿Qué esperan en México los partidos de oposición para salir de su marasmo, para saltar de su letargo y ponerse en actividad, en una etapa de la vida nacional que reclama iniciativa y liderazgo?

Conste que si López Obrador incurre en mayores desatinos, será porque no hubo en el país, nadie que tuviera las agallas de alzar la voz, de dar un golpe de autoridad, de expresar su hartazgo e insatisfacción, de atreverse a protestar, incluso de proponer alternativas.

Los hacemos directamente responsables de lo que ocurra o deje de pasar. No digan luego que no sabían. El pueblo comienza a desesperarse ante tantas insensateces y malas decisiones y la desesperación, es la peor de todas las consejeras. Que no digan luego, que nadie les dijo…

Dios, Patria y Libertad