El engaño maestro

El “mando civil” en la Guardia Nacional fue un engaño a la ciudadanía.  Lo vemos con claridad. Ni el recién nombrado comandante en jefe, Luis Rodríguez Bucio, ni nadie de los 30 mil policías militares y navales que se van a incorporar, están obligados a pedir licencia de las Fuerzas Armadas.

Sus mandos superiores estarán en la Sedena y en Marina. Van “comisionados” a la Guardia Nacional, para usar el término de Alfonso Durazo, quien, aunque no lo crea, insiste que este cuerpo “es civil por donde se le vea”.

El requisito de separarse temporalmente del Ejército y la Marina existía. Venía en el dictamen que la Jucopo presentó a las 8 de la mañana del 21 de febrero.

Concretamente en el 4º Transitorio, Fracción Segunda, Numeral 7, que suscribieron los coordinadores parlamentarios en el Senado. Fue distribuido generosamente entre reporteros y activistas que ese día se concentraron por allí.

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Pero resulta que no le gustó a las Fuerzas Armadas ni a Presidencia de la República. Ese mediodía se cambió el dictamen en los momentos en que organizaciones de la sociedad civil como Seguridad sin Guerra festejaban el ”mando civil” logrado en el “parlamento abierto”.

Espejismo en el desierto. El documento que los coordinadores enviaron al pleno del Senado para su discusión y aprobación, llegó modificado precisamente en su artículo Cuarto Transitorio.

Había desaparecido el punto que obligaba a los militares a pedir licencia de las Fuerzas Armadas. En su lugar decía que los requisitos para pertenecer a la Guardia Nacional los determinarán “las leyes aplicables”.

El segundo documento trae también las firmas de todos los integrantes de la Junta de Coordinación Política: Monreal, KuriRuiz MassieuDanteMancera.

Pero casi nadie se dio cuenta del cambio. Fue hasta el sábado siguiente que el colectivo Seguridad sin Guerra se enteró de la modificación. Por esas fechas, AMLO dijo que sería un militar en activo y lo cumplió.

Con otra: apenas, ayer, llegó al Senado la iniciativa de Ley Orgánica de la Guardia Nacional.

La entregó Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, junto con otras tres leyes secundarias. Hay un debate interno en el Senado sobre si AMLO debió haber promulgado un decreto con los nombramientos. No son pocos los que opinan que no debió anunciarlo en la mañanera.

El sentir generalizado en las ONGs y la academia es que el presidente López Obrador apostó por la misma estrategia de Felipe Calderón: la militarización de la Seguridad Pública.

No sólo eso. Desnaturalizó el pacto que se alcanzó en el Senado con la oposición. Parece que poco le importa el Congreso. Él quería su mando militar. Ya lo tiene.

La bronca es que deja desarmados a los coordinadores parlamentarios de Morena: Ricardo Monreal, en el Senado, y Mario Delgado, en San Lázaro. No respeta lo que ellos pactan.

Lo vamos a llamar  el virus Trump”.  Es particularmente contagioso entre populistas. El principal síntoma es la fobia a la prensa. Lo vemos a nivel nacional con las descalificaciones permanentes a medios y periodistas.

Se han detectado casos en los estados. En Baja California, por ejemplo. El desprecio que el candidato a gobernador de Morena, Jaime Bonilla, tiene por los periodistas, llevó a una colega, Sonia de Anda, a escribirle una carta.

Trascribo una pequeña parte en la que le recuerda al candidato que ha dicho que los periodistas no saben hacerle preguntas, porque, según sus palabras, “hay mucho noviciado y creen que por tener una grabadora ya son reporteros.”

“Yo le digo que eso no es por falta de capacidad, o novatez, sino porque para sacarle una postura, hay que corretearlo como si fuéramos policías tras delincuente, esquivando guaruras, lo cual desconcentra y obliga a plantearle cuestionamientos como ráfagas de metralleta”.

¿Cómo la ve?