Anteriormente, en La Otra Opinión dijimos que el Instituto Nacional Electoral (INE) quiere ahorrar gastando en una nueva sede que costará mil 100 millones de pesos. Y es que, supuestamente, esta sede permitiría ahorrar 80 millones de pesos anuales en rentas, ya que en este momento se rentan cinco inmuebles en la Ciudad de México, donde laboran tres mil 210 trabajadores.
Pero a la par de la construcción de esta “INElandia”, el máximo órgano electoral de nuestro país está por estrenar 12 sedes —en entidades como Coahuila, Guerrero, Durango, Jalisco y Sonora— que tienen un costo de 499 millones de pesos.
A Coahuila se destinaron 79.9 millones de pesos; a Durango se destinaron 34.1 millones de pesos; a Guerrero se destinaron 1.7 millones; 42.8 para Jalisco y 86.6 millones para Sonora. En este caso sobra preguntar si estos montos garantizan la democracia en los estados y un ejercicio eficiente de los órganos electorales, que a decir de las pasadas elecciones del 5 de junio dejaron mucho que desear.
Se sabe además que del monto destinado a estas 12 sedes, el INE gastará 94 millones 400 mil pesos para modernizar oficinas, de los cuales 80 millones son para renovar la llamada “INElandia”.
Aunque el INE ha sido criticado en los últimos días por el gasto millonario que pretende hacer para disfrutar de un moderno, ampliado y remodelado conjunto de oficinas en Tlalpan, al parecer al consejero presidente, Lorenzo Córdova, y a los consejeros electorales parece no importarles.
Es más, el INE se ha pronunciado por ahorrar disminuyendo el presupuesto a los partidos políticos pero las autoridades electorales insisten en la construcción de su nueva sede.
¿un nuevo edificio garantiza el buen actuar del árbitro electoral? ¿con la “INElandía” veremos procesos electorales transparentes? ¿se garantizan institutos estatales electorales a la altura? ¿veremos autonomía en los órganos electorales?¿cómo cambiarán los Oples con una nueva infraestructura?
