El olor a muerte

El olor a muerte se respira, a diario, en estados como Chiapas, Guerrero, Colima, Tamaulipas, Nuevo León… y otros. A veces, la violencia parece fuera de control y se antojan rebasadas las instituciones. Pero ya no sorprende a los ciudadanos.

Por ejemplo, en San Juan Chamula, Chiapas, apenas la mañana del sábado fueron linchadas cinco personas, entre ellas el alcalde Domingo López y el síndico Narciso Lunes, los dos del PVEM, a quienes “se la habían sentenciado” días antes, cuando encapuchados armados desalojaron un bloqueo de la CNTE.

El crimen es producto de la ingobernabilidad, la miopía del gobierno estatal y las mafias que disputan gobiernos municipales. Chamula es el municipio más violento de Chiapas desde los años 70, debido a disputas religiosas.

En Guerrero, a pesar de la alternancia, en los primeros dos meses del gobierno del priista Héctor Astudillo, el número de homicidios llegó a 365.

En lo que va de 2016 —hasta el 23 de julio—, la cifra de personas muertas en Guerrero llegó a mil 64.

Es decir, en los 266 días del gobierno de Astudillo —quien tomó posesión el 27 de octubre de 2015— se han registrado mil 429 muertos en la entidad. En promedio 175 asesinatos por mes. O, si se quiere, una persona muerta cada cuatro horas. Guerrero es el segundo lugar en homicidios violentos en México.

Los gremios con más asesinatos son taxistas y tortilleros. Y entre los  municipios más violentos están, Acapulco, Iguala, Chilpancingo, Zihuatanejo, Taxco, Teloloapan, Cocula, Tixtla y Coyuca de Benítez.

En Guerrero, igual que en Chiapas, la alternancia fracasó. Y una evidencia es que la morgue de Acapulco tiene 174 cuerpos sin reclamar, en instalaciones diseñadas para 95 cuerpos.

Colima es el estado con el mayor número de asesinatos, con 39 por cada 100 mil habitantes y siempre ha sido gobernado por el PRI, mientras que Nuevo León, donde han gobernado el PRI y el PAN —y hoy gobierna un farsante dizque independiente—, se produjo un repunte de homicidios desde que llegó El Bronco, con 45 por ciento más casos en 2016, que en 2015.

A su vez, la peor práctica criminal reciente es el asesinato de familias completas. En los últimos dos meses se registraron 12 casos de grupos familiares asesinados —incluso niños—, la mayoría en Tamaulipas, donde también llegó la alternancia y sigue el olor a muerte.

Sin duda se trata de gobiernos rebasados. ¿Y los ciudadanos? ¿No será que también se acostumbraron al olor a muerte?

Al tiempo.

Tomado de Milenio