El otro lado del péndulo

NETEANDO  CON FERNANDA
En muchas ocasiones, las acciones que emprendemos no nos conducen por el camino que deseamos. Un claro ejemplo de lo anterior, es el efecto bumerán que ha desatado el movimiento #MeToo. A poco más de un año desde su inicio, el movimiento ha logrado un gran avance para visibilidad del tema del acoso sexual. Sin embargo, también ha generado reacciones negativas, en términos de oportunidades laborales para mujeres.
Además de denunciar los casos de acoso sexual en Hollywood, nos guste o no, el movimiento #MeToo ha cambiado la forma en que nos relacionamos. La primera reacción surgió en los foros como una inseguridad para iniciar un romance  ¿Cuántas veces sería correcto insistir para invitar a alguien a un colega sin que lo consideren acoso? ¿Dos o tres veces? ¿A la primera? ¿Mejor no intentarlo? Ahora nos enteramos de otra consecuencia del miedo que ha generado el movimiento: discriminación laboral.
Hace unos días la periodista Alicia Salgado compartió en su cuenta de Twitter un artículo de By Gillian Tan and Katia Porzecanski en Bloomberg* sobre la nueva regla de Wall Street después del movimiento #MeToo: no contratar mujeres. De no ser posible, entonces hay que evitar viajar con ellas, cenas de negocios a solas o sentarse en el asiento vecino en un avión. Estos intentos de evitar demandas de acoso sexual, lejos de proteger a las mujeres las discrimina, al restarles oportunidades laborales.
Entiendo el nerviosismo. Nadie quiere terminar con una denuncia de acoso sexual. El articulo mencionaba que muchos hombres sienten que están caminado sobre cáscaras de huevo y es comprensible. Conductas que fueron aceptadas socialmente hace años, hoy son impensables. También existen denuncias de “acoso” que son infundadas o exageradas. Hay quienes dicen tener miedo de comentar sobre la apariencia de una compañera y que un simple “qué bien te ves” sea malinterpretado. Sin embargo, el excluir a las mujeres no es la solución. Estas nuevas medidas adoptadas en el mundo financiero en Estados Unidos (y quizá estén ya por otros medios o países) se pasan al otro extremo al disminuir las oportunidades de las mujeres de avanzar profesionalmente: justo lo opuesto a lo que desea el movimiento.
Un péndulo oscila de un lado a otro. Se desplaza de un extremo a otro hasta que finalmente se queda quieto en el centro. Supongo que de alguna manera es lo que está sucediendo: a fin de evitar una denuncia de acoso sexual, llegamos al otro extremo, discriminando a las mujeres al no contratarlas, o excluirlas de viajes o cenas de negocios. ¡Qué dilema! Si algo no queremos es pasar de sufrir acoso sexual a padecer discriminación laboral.
El que hombres y mujeres tengan relaciones laborales de camaradería y respeto, no debería de ser tan complicado. Para ello tenemos que dejar a un lado conductas absurdas. Simplemente comportarnos como seres civilizados para que el péndulo se detenga en el centro y todos podamos sentirnos cómodos y seguros en el entorno laboral.
Buen domingo a todos.
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