“El sexenio de López Obrador nacerá muerto”: Suárez Vélez

Tras el anuncio de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), varios críticos y analistas ya han hecho sus observaciones y mantienen una visión desalentadora. Sin embargo, pocos son los que se atreven a expresar las implicaciones por miedo a la represión.

 

La “cuarta transformación” será el golpe contra la pared para muchos mexicanos que votaron por AMLO y pese a que, hasta el momento, la cancelación del NAIM ha llegado a buenos términos con los empresarios (CIA y Hermes),las calificadoras ya han dado “jalón de orejas” a López Obrador por la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto, lo cual significa un debilitamiento para ofrecer a un tercero la confiabilidad de inversión.

 

Tomamos de reflexión el texto de Jorge Suárez Vélez, La realidad es terca en el periódico Reforma, donde describe las implicaciones económicas y la prospectiva devastadora de México y AMLO en el poder.

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Escuché una y otra vez en días recientes que la decisión de detener la obra del NAIM fue sólo política. Entiendo que así lo vean quien la tomó, pero la despiadada realidad económica está por imponerle una lección dolorosa.La intensidad de las  sacudidas crecerá hasta sacarlo de quicio. Buscará culpables. Inventará emboscadas. Verá moros con tranchetes en todo el que no se rinda sus empeños. Buscará incansable a quien mató su “Cuarta Transformación”, en todas partes excepto donde lo encontraría: en el espejo.

El 1o. de diciembre el sexenio de López Obrador nacerá muerto. Irónicamente, el hombre que quizá acumula el mayor mandato democrático de la historia mexicana ha decidido suicidarse a manos de una farsa que es todo menos democrática. López Obrador se esconde cobarde detrás de su “consulta”, que dice expresa la legítima “voluntad del pueblo”. Sólo sus más devotos feligreses aceptan sin chistar tan grotesca entelequia.

Si en la cima de su popularidad y punto climático de su luna de miel, AMLO tomó así la que pudiera acabar siendo la decisión económica más trascendente de su sexenio, quita el sueño imaginar qué nos espera.

 

El Presidente electo empieza a darse cuenta de que no tiene con qué financiar sus disparates, pero aun así procederá con todos ellos. Las Afores tienen sus días contados (“el pueblo” también decidirá expropiarlas). Espero sepa que Santa Lucía no es viable. Tardará lo más posible en hacer el “proyecto” y acabará distrayendo la atención cuando la toma de pelos se haga evidente. Su Tren Maya no estará listo en este sexenio y constará varias veces lo planeado. La absurda refinería en Dos Bocas, epítome de su necedad, tampoco operará durante su administración. Pero el costo de sus ocurrencias será mucho mayor que el desembolsado. Éstas cancelan la posibilidad de asignar recursos fiscales a obras que tengan sentido, por ser más necesarias o por su efecto multiplicador, al poderlas complementar con capital privado nacional y extranjero.

 

López Obrador quiere ignorar que ese próspero Estado petrolero mexicano, cuyas riquezas soñó administrar, se ha vuelto un barril sin fondo que nos cuesta un punto porcentual de crecimiento cada año.

 

El costo aumentará conforme los dogmáticos ideólogos de cabecera, como Rocío Nahle, insistan en un modelo de empresa insostenible que devastará las finanzas públicas y acelerá el mismo camino a la bancarrota que arrancó a las 10 pm del domingo.

 

El monumental escándalo del NAIM nos ha impedido ver otras medidas arbitrarias. Ha pasado desapercibida la ilegal solicitud de suspensión de obra en Asociaciones Público Privadas indispensables, que permiten, por ejemplo, la modernización de los hospitales públicos. Dicen que éstas son producto de la corrupción. Una vez más, como pudo ser el caso del aeropuerto, es perfectamente válido y recomendable auditar hasta el último ladrillo en estas obras, pero detenerlas es como cortarse el pie por tener enterrada una uña.

 

¿Dónde está Urzúa? ¿Qué pasó con el “mar de confianza” del que tanto habló Romo? ¿quién podrá volver a creerle? Pronto será un interlocutor prescindible. Supongo que ambos entienden la gravedad de la decisión y saben que mercados e inversionistas internacionales serán inmisericordes. ¿Pudo más la necedad del Presidente electo, o es que nadie se atreve a decirle al emperador que deambula vergonzosamente en cueros?

 

Lo mismo con los empresarios. Quienes más temen la ira del tabasqueño lo quieren ver con simpatía, notan que es cordial en corto, “no es tonto”, dicen. En lo más profundo de su entraña confían domesticarlo, sin ver que este juego es de suma cero. Cada guiño, casa acto aquiescente lo fortalece a él, pero los debilita a ellos.

 

Viene un momento muy complejo para la economía mundial. En un entorno  de tasas de interés al alza, conforme a nuestro gigantesco vecino financia con deuda su billonario déficit, cada dólar de inversión privada -nacional o extranjera- vale hoy mucho más que antes. Acabamos de dilapidar vastos recursos que no volveremos a ver jamás.