En política exterior, AMLO se hace chiquito

Hiperactivo en marcar la agenda desde el día siguiente de su triunfo arrollador, López Obrador empequeñece en los temas de política exterior.

Levantó la cara para la foto con Pompeo, pero en los hechos ha sido medroso ante el gobierno de Donald Trump.

Y ha estado ausente, penosamente omiso, ante la masacre que perpetran Daniel Ortega (presidente) y su esposa Rosario Murillo (vicepresidenta) en contra del pueblo de Nicaragua.

En esto último hay que precisar: su partido, Morena, se ha puesto públicamente del lado del dictador y asesino Daniel Ortega.

La presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, asistió a la reciente reunión del Foro de Sao Paulo, celebrada en La Habana, Cuba, y firmó la Declaración Final del XXIV encuentro que respalda a Ortega y culpa a Estados Unidos y a la derecha nicaragüense de los 330 asesinatos del gobierno sandinista.

Para justificar la represión, el Foro de Sao Paulo (con la firma de Morena), resolvió: “Rechazamos de forma enérgica la política intervencionista de los Estados Unidos en los asuntos internos de la Nicaragua sandinista, país en el que se está empleando la fórmula que viene siendo aplicada por el imperialismo norteamericano a los países que no responden a sus intereses hegemónicos, causando violencia, destrucción y muerte, mediante la manipulación y la acción desestabilizadora de los grupos terroristas de la derecha golpista…”.

Y se pronuncia por “la continuación del proceso de transformaciones sociales impulsado por el FSLN desde el gobierno presidido por el Comandante Daniel Ortega, y que ha reducido la pobreza…”.

Ahí hay una definición del partido de López Obrador, que suscribe esa Declaración pronunciada ante Raúl Castro, Nicolás Maduro, Evo Morales y otros próceres del “socialismo del siglo XXI.

López Obrador con su silencio, y la firma de su partido, justifican la masacre.

Su encargado de política exterior y próximo canciller, Marcelo Ebrard, calla.

Como también calló ante la inadmisible declaración injerencista de la portavoz del gobierno de Donald Trump, Sarah Huckabee, que este miércoles se opuso al programa de la próxima secretaria de Gobernación de México, Olga Sánchez Cordero, de despenalizar las drogas en nuestro país.

Al preguntársele sobre la iniciativa de Sánchez Cordero, Huckabee estableció que “no apoyaríamos la legalización de todas las drogas en ningún lugar, y ciertamente no querríamos hacer nada que pudiera permitir que más drogas entraran a nuestro país”.

¿Dónde estuvo la reacción enérgica de Marcelo Ebrard para poner en su lugar a la portavoz de Trump?

Primero debió recordarle que Sánchez Cordero en ningún momento propone legalizar “todas las drogas”, sino únicamente mariguana y amapola.

Y segundo, que no es asunto de Estados Unidos ni del señor Trump apoyar o reprobar las políticas que en materia de salud o de justicia vaya a implementar el gobierno del presidente López Obrador.

La decisión en materia de drogas es nuestra y sólo nuestra, sobre todo si en Estados Unidos se permite el uso de mariguana y compran precursores de la morfina.

¿Por qué calla Ebrard? Mucho grito contra Estados Unidos en la reunión de La Habana para apoyar al dictador Ortega, y silencio ante la intromisión inaceptable del gobierno de Trump en nuestras políticas públicas.

El viernes 13 de julio López Obrador recibió al secretario de Estado, Mike Pompeo, (donde prohibió que se acercara el Estado Mayor Presidencial de México y aceptó de buena gana a los agentes del Servicio Secreto de Estados Unidos), y no dijo una palabra contra el muro ni la persecución a dreamers y migrantes.

Marcelo Ebrard dijo que López Obrador le entregó a Pompeo una “propuesta de bases de entendimiento con Estados Unidos y en particular con el presidente Donald Trump”, y aclaró que haría público ese contenido cuando el mandatario estadounidense tuviera la carta en sus manos.

¿Qué pasó? Estamos a 20 de julio ¿y Pompeo todavía no le entrega la carta a Trump?

¿Por qué el silencio del próximo canciller y de López Obrador? ¿Les dijeron que se callaran?

Malas señales en política exterior. No será el fuerte de próximo presidente. Empequeñece.