Entre Trump y tengo miedo

El mensaje del presidente Peña Nieto en respuesta más que al envío de la Guardia Nacional a la frontera, fue dirigido a la prepotencia y falta de respeto con que Donald Trump se expresa de México y las razones que dio para justificar esa medida, y ha tenido el mérito de poder  realinear la función de gobierno y establecer objetivos claros en la coyuntura.

La propuesta del Senado de la República de cancelar todas las medidas de colaboración con EU si no hay rectificación es imposible de instrumentar (algo así dicen también Ricardo Anaya y Jorge Castañeda, como si fuera una “enchilada completa” pero al revés). La relación bilateral es tan intensa y profunda que no se puede cortar de un tajo, ni siquiera suspender, sin poner en riesgo la seguridad y la economía de los dos países. Pero lo que sí se puede hacer, como ya lo ordenó el presidente Peña, es revisar dependencia por dependencia los acuerdos de colaboración existentes con el gobierno estadunidense y establecer cuáles están funcionando y cómo lo están haciendo, para tomar decisiones, punto por punto, convenio por convenio.

Si bien no ha habido una respuesta oficial de la Casa Blanca hacia el mensaje de Peña Nieto, sí las principales instancias del gobierno estadunidense se han comunicado con sus pares de este lado de la frontera para ratificar, pese a todo, el espíritu de cooperación. Uno de los temores fundados de la Presidencia de la República era que la cumbre de las Américas en Lima fuera el escenario de una confrontación pública con Trump. No será así porque la Casa Blanca ha decidido cancelar la presencia de Trump en la cumbre “porque el Presidente quiere estar atento a la crisis en Siria” (sic).

El tema de la Guardia Nacional y el discurso antimexicano y antiinmigrante de Trump ocultaron también otro hecho. Había un interés real de que Trump llegara a Lima con un acuerdo de renegociación del TLC para exhibir en el encuentro continental. Ha habido avances importantes en esa negociación, pero no es posible llegar a un acuerdo, aunque sea de principio, para este viernes. Trumpllegaría a la cumbre sin nada que mostrar ni nada que ofrecer. No tenía sentido su participación.Mientras eso ocurría en torno a la cumbre de Lima en el ámbito electoral, el TEPJF le volvió a enmendar la plana al INE ordenando el registro de Jaime Rodríguez El Bronco. Así que serán cinco los aspirantes en la boleta presidencial. ¿Implica un cambio en los equilibrios electorales? La presencia del gobernador con licencia de Nuevo León amplía la oferta entre los candidatos opositores y fracciona su voto, asumiendo, al mismo tiempo, que El Bronco que está políticamente debilitado hoy se parece bastante poco al que ganó hace dos años su estado. Pero ahí estará y, sin duda, es mejor haciendo campaña que gobernando.

Por cierto, el TEPJF, además de colocar a El Bronco en la boleta, hizo un serio llamado de atención al INE que sus consejeros deberían atender. El Tribunal Electoral censuró “el trato ligero o poco cuidadoso de la información por parte de los funcionarios electorales”. Sería deseable, expresó, “que los funcionarios electorales guarden prudencia y discreción para que la información que proporcionen a los medios no incluya juicios de valor”. Y es que el Instituto Nacional Electoral, o mejor dicho, algunos de sus consejeros, se suelen exceder en opiniones y en decisiones que ellos entienden como políticamente correctas, pero que no son estrictamente legales.

Con El Bronco ya en la boleta, salieron los nuevos spots de la campaña de José Antonio Meade, los primeros que van directamente contra el puntero en las encuestas. Los spots del “tengo miedo” son un golpe a lo que realmente da miedo de López Obrador: su rechazo a la Reforma Educativa y sus contenidos; su anunciada amnistía a los narcotraficantes, su decisión de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y muchos otros anuncios que en el ámbito popular no llaman tanto la atención, pero sí rompen con el modelo de desarrollo e incluso con su entramado institucional del país, desde el rechazo a la Reforma Energética hasta la decisión de acabar con la Residencia Oficial de Los Pinos (es como si Donald Trump decidiera abandonar la Casa Blanca para irse a vivir a la torre Trump en Nueva York) desde desaparecer nada menos que al Estado Mayor Presidencial hasta vender el avión presidencial (le preguntó Adriana Pérez Cañedo qué pasaría si viajando en avión comercial éste se retrasara y no puede, por ejemplo, dar un mensaje en la ONU, pues diría “que no llegué” fue la respuesta, digna de todo un estadista que dio López Obrador) o desarticular el gobierno y mandar todas las dependencias a distintos puntos del país (¿alguien le ha preguntado a López Obrador cuánto costaría eso, cuántos empleados federales se quedarían sin trabajo al no poder trasladarse a las nueves sedes de esas secretarías? Ningún país del mundo tiene su gobierno disperso). La campaña del “tengo miedo” puede funcionar electoralmente porque se basa en miedos reales.

Es sólo una impresión, la imagen de un momento, pero pareciera que algunos astros pueden comenzar a alinearse para el gobierno y para Meade.