¡GRACIAS, ANDRÉS MANUEL!

Gracias, Andrés Manuel López Obrador, porque a la par del avance de la campaña presidencial, todos los días nos regala usted un puñado de “perlas” que le confirman a muchos mexicanos por quién no deben votar y por quien sí votarán.

Gracias, porque cuando hace unos días su mano derecha, la señora Yeidckol Polevnsky, pretendió engañar a los ciudadanos con la fotografía de un inexistente mitin en Monterrey –inexistente porque el de la gráfica no correspondía a la pírrica convocatoria del acto que si se llevó a cabo–, usted y los suyos confirmaron que su partido tiene en el engaño y la mentira su mejor propuesta de gobierno.

Gracias, porque cuando usted regañó a simpatizantes de Morena en un acto en Coahuila y Durango –que reclamaban la imposición de ex expriistas corruptos convertidos en abanderados de Morena-, usted mismo ratificó que la honestidad, la honorabilidad y las buenas costumbres no son requisitos para pertenecer a Morena. Morena es un “nido de ratas”, le dijeron en pancartas.

Gracias, porque apenas en días pasados de su boca ratificó el odio y la desconfianza que usted tiene por la sociedad civil, la misma sociedad que durante su gobierno en el DF organizó la más grande y más numerosa movilización social que recuerde la historia mexicana; marcha contra el peor gobierno que ha tenido la capital del país; el gobierno que usted encabezó.

Gracias, porque al hacer memoria de la violencia callejera, del secuestro, la extorsión y la deficiente aplicación de la justicia durante su gestión como jefe de gobierno del DF, muchos capitalinos recuerdan que una cosa es prometer –como usted hoy promete–, y otra cosa muy distinta es cumplir. Lo simpático es que aquello que usted promete hoy para todo el país, no fue capaz de cumplirlo en el DF.

Gracias, porque si usted desconfía de la sociedad civil, como lo mostró con la multitudinaria “marcha blanca” en protesta de su gobierno, queda claro que será un fracaso la “valla blanca” que promete organizar contra otra locura, la de Donald Trump, a lo largo de los 300 mil kilómetros de frontera entre los dos países.

Gracias, porque queda claro que no será imposible esa manifestación y porque esa promesa, igual que muchas que pregona todos los días, confirman que lo suyo son las ocurrencias, no las soluciones reales y menos realizables.

Gracias, por el homenaje que le dedicó hace meses a Fidel Castro en un mitin en Colima, en donde elogió sin límite a un dictador criminal que debe muchas vidas y que está lejos del heroísmo que usted pregona.

Y gracias porque con ese elogio sin límite a la dictadura de Castro en Cuba y con su silencio ante la dictadura de Maduro en Venezuela, usted le confirma a muchos mexicanos que lo suyo son las dictaduras.

Gracias, señor Obrador, porque al apoyar la negociación del obispo de Chilapa-Chilpancingo con el crimen organizado, en realidad le confirma a muchos mexicanos que su pretendido juarismo es, en los hechos, “una botarga” retórica; un robo discursivo a la historia.

Gracias, porque sin darse cuenta, señor Obrador, usted apoya todo aquello contra lo que luchó el presidente Juárez; la grosera intromisión de la iglesia en las responsabilidades del Estado.

Gracias, porque nos ratifica –de viva voz–, que usted todos los días manda al diablo a las instituciones, algunas de ellas fundamentales, como el Estado laico.

Gracias, porque al perdonar a sicarios, matarifes y varones del narco está avalando el negocio del crimen, el enriquecimiento de bandas criminales a costa de la vida de miles de mexicanos.

Gracias, por que al rechazar la protección del Estado Mayor, vuelve a ratificar que a usted no le importan las instituciones y confirma su ignorancia. ¿Por qué? Porque si el Estado Mayor cuida y defiende a un candidato presidencial, está actuando en defensa de una figura institucional, no de una persona. Porque el Estado y sus instrumentos cuidan que un eventual atentado no destruya las instituciones. Gracias por su ignorancia.

Gracias, porque al escapar del debate sobre el patrimonio personal y familiar y sobre la revisión histórica de su forma de vida –como lo propone el candidato José Antonio Meade-, confirma usted, señor Obrador, que algo oculta y que su conciencia no está limpia.

Gracias, porque en carta enviada a empresarios –y difundida por El Financiero- confirma en privado lo que niega en público; que su proyecto económico es populista, estatista e idéntico al modelo de Luis Echeverría y José López Portillo.

Y, gracias, porque en sólo 7 días de campaña, enseña su real retrato; sepia de cuerpo completo. ¡Siga por ese camino, la Nación se lo agradecerá!

Al tiempo.