¡GRACIAS, SEÑOR DICTADOR!

La pregunta obliga.

¿Porque a pocos preocupa lo declarado por Andrés Manuel López Obrador, durante su registro como candidato presidencial?
¿Qué dijo…?
1.- “Repito ahora que buscamos el cambio por el camino de la concordia, este es el momento de volver a extender la mano abierta y franca a nuestros adversarios, a quienes ni siquiera consideramos enemigos, porque no tenemos enemigos, ni queremos tener enemigos, tenemos adversarios”.
De risa, sin más se acabaron la mafia del poder y las amenazas a periodistas, políticos y se acabó el riesgo de soltar “al tigre”. Pero cualquier curioso encontrará que Castro, en Cuba y Chávez, en Venezuela, hicieron idénticas promesa antes de instaurar sus dictaduras.
2.- “Ahora de nueva cuenta manifestamos a los integrantes del poder económico y político del país que no les guardamos rencor y les aseguramos que tras su posible derrota en el 2018, no habrá represalias, ni persecución, ni destierro para nadie, declaramos enfáticamente lo que se necesita es justicia, no venganza, no odiamos a nadie…”.
Cual dictador bananero reduce la democracia al amor y el odio. Y en su dictadura imaginaria anuncia la buena nueva: “no habrá represalias ni persecución ni destierro para nadie”. ¿Y por qué habría que haberlos? En democracia, la división de poderes es clara. La Constitución impide al presidente, del partido que sea, perdonas y/o aplicar justicia.
3.- “Sencillamente deseamos con toda nuestra alma: lograr el renacimiento económico, social político y sobre todo el renacimiento moral de nuestro querido México… nuestro propósito es iniciar una etapa nueva en la vida pública del país con un Presidente que no esté subordinado a ningún grupo de intereses creados y que solo tenga como comandante y jefe máximo, que solo tenga como amo al pueblo de México”.
No, señor dictador, “el pueblo” elije –mediante el voto–, representantes a cargos de elección popular, pero no le dice al presidente qué hacer y cómo hacerlo. El presidente sólo debe someterse al mandato constitucional. No vivimos en una dictadura popular. Lo que propone Obrador es anular al Congreso y el mandato constitucional, para instaurar su dictadura popular.
4.- “Nuestros adversarios tendrán que entender que ningún grupo por importante y poderoso que sea podrá seguir conspirando contra la paz social en beneficio propio. Nada, ni nadie, puede valer más que el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo”.
De nuevo la amenaza dictatorial. ¿Qué significa “seguir conspirando contra la paz social”? ¿Quiénes “conspiran” actualmente? ¿Quiere decir que perdonará al crimen organizado pero destruirá a empresarios, medios, periodistas que piensen distinto o disientan? ¿Cuál será el criterio para acusar a un ciudadano o grupo de “conspiración”? ¿No es eso lo que hicieron Castro, Chávez y Maduro contra los opositores?
5.- “El nuevo gobierno democrático garantizará las libertades y cada quien podrá dedicarse a la actividad que más le satisfaga y más les convenga, pero obviamente todos tendremos que ceñirnos a la legalidad vigente.
Las nuevas reglas serán lo suficientemente claras y señalo algunas: Se podrá hacer negocios, pero no habrá influyentimos, corrupción, ni impunidad; el presupuesto será realmente público, se dará preferencia a los pobres… la riqueza nacional se distribuirá con justicia, y no se permitirá que los privilegios de pocos se sustenten en la opresión, en la inseguridad y en la miseria de millones de mexicanos”.
Otra vez el tufo dictatorial. No señor, el gobierno no es garante de nada, el gobierno debe respetar la Constitución, que es la garantía de las libertades democráticas. Además se vuelve a equivocar el dictador, porque la propia Constitución –y no el presidente electo el 1 de julio–, establece que cada ciudadano es libre de dedicarse a la actividad laboral, empresarial, política que le plazca.
Peor, AMLO pregona que acabara con el influyentismo, la corrupción y la impunidad, pero su partido, señor dictador, sus ingresos y su actividad política se han movido en el influyentismo, la corrupción y la impunidad. Y si quiere más, podemos citar el desastre que dejó en el entonces Distrito Federal.
6.- “Tengo una legítima ambición: quiero pasar a la historia como uno de los mejores presidentes de México. Aspiro a estar a la altura de Benito Juárez, aspiro estar a la altura de Francisco I. Madero, el apóstol de la democracia y aspiro a estar a la altura de un presidente popular y patriota, el general Lázaro Cárdenas del Río”.
Queda claro. Importa el sueño de gloria, al costo que sea, incluso la destrucción de la democracia.
¡Por su claridad, gracias señor dictador!
Al tiempo.