¡Inútil votar si ya hay ganador!

Si hacemos caso a las encuestas, esas que fallaron en las elecciones de todo el mundo en los últimos diez años —en las que todos los analistas apoyan sus hipótesis—, no solo sería inútil el debate de hoy, sino la campaña toda. Incluso sería inútil votar. ¿Por qué?

Porque, según todas las encuestas, hoy en México todos saben quién va a ganar la elección presidencial, igual que en la “dictadura perfecta” de Vargas Llosa todos sabían que el PRI ganaría las presidenciales.

Incluso, si seguimos creyendo en las encuestas, la del 1 de julio sería una elección emparentada con “la democracia cubana”, donde el nuevo presidente “por poco y pierde”, pues solo fue elegido por 98 por ciento de los votos posibles.

Y si hoy todas las encuestas dan como ganador al que casi todos saben que ganará, entonces la democracia electoral mexicana “sirve para maldita la cosa” y podíamos ahorrar miles de millones de pesos en un proceso que se resume en una encuesta.

Dicho de otro modo, según las encuestas, la presidencial de 2018 es idéntica, por ejemplo, a las de López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría o López Portillo, en las que todos conocían con antelación la victoria del PRI.

Lo cierto, sin embargo, es que nadie sabe lo que pasará el 1 de julio y nadie tiene una aproximación al resultado. ¿Por qué?

Porque son tantas las nuevas variables a considerar que nadie sabe cuál será el comportamiento del votante frente a la urna; nadie sabe cuántos votarán, cuál será el efecto de las redes en la percepción y el ánimo de los electores y porque podría pasar cualquier cosa.

Incluso podría ocurrir que los encuestadores atinen “a la cuadratura del círculo” y terminen por acertar. Habrán localizado “la piedra filosofal” de las encuestas modernas.

Y en ese caso habremos regresado a las elecciones en las que todos conocían al ganador —antes de votar—, y entonces hoy las elecciones y el ganador serán como en los años 50 y 60 del siglo pasado. Democracia con ojos en la nunca y caminando en reversa, como Michael Jackson.

Pero si no hacemos caso a las encuestas, el debate de hoy estará dirigido a los votantes indecisos, entre 3 o 4 de cada diez, que aún dudan y moverían un resultado en el que —vale reiterar—, todo puede pasar. Y es que el voto duro de todos los candidatos ya está cristalizado.

Lo cierto es que el primer debate decantará lo turbio de las aguas de estrategas y estrategias y de aquellos candidatos menos aplaudidos. Y vendrá el cambio de caballo, de estrategas, en plena carrera.

¡Claro, si es que quieren ganar!

Al tiempo.