La “chapodiputada”; entre la lepra y la papa podrida

Algunos dicen que la señora Lucero Sánchez, ahora diputada independiente al congreso de Sinaloa, es como la papa podrida. Otros dicen que la también llamada “chapodiputada” más bien se parece a la lepra. Lo cierto es que a la señora Sánchez nadie la reconoce y muchos utilizan su caso para provocar daño político.

Como seguramente recuerda, Lucero Sánchez es la madre del hijo más pequeño de Joaquín, el Chapo, Guzmán. Bajo esta lógica, en los previos al nombramiento del candidato priista en Sinaloa, versiones envenenadas aseguraron que el gobernador de aquel estado, Mario López Valdez, y su secretario de Gobierno, Gerardo Vargas; habrían sido los responsables de convertir a Sánchez en diputada.

Rumores como ése y las presiones políticas echaron abajo la candidatura a gobernador de Gerardo Vargas. Sin embargo, la cosa no terminó ahí. Hace días, manos interesadas circularon la especie de que Héctor Melesio Cuén —líder del poderoso partido sinaloense, quien además podría encabezar la alianza entre el PAN y el PRD al gobierno de Sinaloa—, sería el autor intelectual de la diputación de Lucero Sánchez. Evidentemente, las reacciones y los deslindes no se hicieron esperar.

En un tomo bastante parecido, en la arena nacional, el grupo cercano al presidente Felipe Calderón ha exigido al ex presidente nacional del PAN, Gustavo Madero, que explique cómo se gestó la diputación a Lucero Sánchez.

Algunos –como el propio ex presidente y su esposa, Margarita Zavala–, han dicho que Lucero Sánchez es una vergüenza para su partido y que el señor Madero –y sus cercanos– deben pedir disculpas al panismo por empujar esa candidatura.

Días después, la ex secretaria General del PAN, Cecilia Romero, responsabilizó a Madero del nombramiento. Y hace horas, el actual dirigente del PAN —Ricardo Anaya—, advirtió que los panistas que se opongan a la expulsión y al desafuero de Sánchez serán expulsados del partido.

Por todo lo anterior, para algunos, la diputada Lucero Sánchez es como la “papa podrida”. Para otros, la “chapodiputadas” es más bien como la lepra.