La coca y churro

A muchos sorprendió que el presidente Enrique Peña Nieto utilizara la palabra “churro” para referirse al cigarro de mariguana.

A muchos, también, extrañó que el presidente dijera que todavía no es legal el consumo lúdico del cannabis.

A muchos llamó la atención que el primer mandatario recordara que, en este momento, simplemente se abrió el debate para la regularización de la mariguana.

Y a muchos hasta les indignó que Enrique Peña argumentara que la legalización de la mariguana no reduciría los índices de violencia.

Lo curioso, sin embargo, es que pocos señalaron que el presidente sólo dijo lo que todo el mundo sabe… o debería saber:

Uno. La Suprema Corte de Justicia concedió un amparo para que cuatro personas puedan sembrar, cosechar, procesar y transportar mariguana. Nada más. La Corte no legalizó ni regularizó el consumo lúdico de la “hierba”. Y…

Dos. Todas las estadísticas muestran que el crimen organizado no ve a la mariguana como su principal fuente de ingresos. En realidad, el dinero del narco está en otras sustancias como las metanfetaminas y los estupefacientes Es decir, que el presidente tiene razón cuando dice que la legalización –o regularización– no combate a la delincuencia organizada.

Pero hay más.

Muchos de los indignados por los dichos del presidente, argumentan que el titular del Ejecutivo no tiene facultades para oponerse al libre derecho de los mexicanos de meterse lo que les venga en gana.

Muchos de ellos, aseguran que cada individuo es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo.

Sin embargo, resulta peculiar que entre los enojados con el presidente hay muchos que se escandalizaron con un comercial de la Coca Cola.

Como quizá está enterado, a muchos les pareció insultante que la marca de refresco grabara un comercial en territorio Mixe, en Oaxaca.

Según dijeron, la Coca discriminaba y fomentaba la obesidad.

Entonces, no está de más preguntar, ¿dónde quedó el argumento de que cada quien tiene derecho a meterse lo que sea?

¿Acaso los indígenas no tienen derecho a decidir si consumen –o no– Coca Cola?

¿Por qué la mota sí y la coca –el refresco–, no?

¿Por qué la doble moral?