La Corte y sus ministros, ¿qué hay sobre el tema?

En unos días se dará a conocer la decisión del Senado sobre los próximos ministros de la Suprema Corte, por esta razón consideramos pertinente un seguimiento a todo lo que se dice al respecto.

A continuación dejamos las opiniones más relevantes que hablan sobre el tema.

 

Pedirle peras al olmo: arreglos institucionales para tener una Corte autónoma

Primero los hechos: al Senado de la República ha comenzado el proceso de comparecencia de los aspirantes a ministros de la Suprema Corte de Justicia. Distinguidos juristas, políticos y opinólogos del país se han manifestado en contra de una Corte con “cuotas y cuates”. Su temor es que los nuevos ministros sean votados en fast track, designados arbitrariamente por el presidente  Peña y a través de acuerdos políticos. Su petición es la selección de ministros imparciales que no sean repartidos como botín por los partidos. Esto garantizaría, según ellos, la independencia en las votaciones de los ministros y, por tanto, la autonomía de la Corte.

 

Resulta interesante la petición sobre la selección de perfiles imparciales para garantizar que la Suprema Corte sea un órgano despolitizado e independiente respecto a los otros poderes. Dos preguntas resultan pertinentes: ¿Cómo se pueden nombrar jueces justos? ¿Qué hace que un juez pueda actuar de forma independiente?

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¿Subordinados a la Suprema Corte?

Mario Melgar Adalid

La nueva Suprema Corte cumplirá en unos días 21 años, con lo que ya llegó a la mayoría de edad. No ha sido fácil el camino recorrido, ni liviano el lastre que heredó en 1994. El país tiene una Suprema Corte en la que cada vez se puede confiar más. Naturalmente cuando resuelve un asunto deja un vencedor y un vencido, por decir: la alaban quienes favorecen el uso lúdico de la marihuana y la denigran quienes se oponen, le aplauden los que están por la despenalización del aborto y la critican quienes aborrecen tal práctica, están felices quienes ven un avance en el matrimonio de personas del mismo sexo y la aborrecen quienes creen que su resolución es revivir Sodoma y Gomorra. Así son las sentencias judiciales y así de dispareja es la vida social. Por ello las próximas decisiones del Senado para cubrir las dos vacantes pendientes son previsión para el futuro, trascendentes como pedir la mano de la novia.

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Un aspirante menos a la Suprema Corte

Carlos Marín

El procurador mexiquense, Alejandro Gómez Sánchez, parece haber desistido de su aspiración a ocupar un asiento en el Pleno de la Suprema Corte de Justicia.

Dijo ayer textualmente:

“Tres días después de los hechos, la carpeta de investigación (de la Procuraduría estatal) fue entregada a la PGR para la continuación de las investigaciones, por tratarse de hechos de su competencia. De conformidad con la CNDH, presumiblemente, elementos del Ejército habrían alterado la escena de los hechos, no así el personal de

la Procuraduría mexiquense, lo cual, a pesar de ello, ya es materia de investigación y proceso penal por las autoridades federales…”.

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Las ternas para la Suprema Corte: una victoria relativa, parcial e inacabada

Javier Martín Reyes

Es difícil no hacer, en principio, un balance positivo de las ternas enviadas por el presidente Peña para sustituir a los ministros Juan Silva Meza y Olga Sánchez Cordero. Hasta hace algunas semanas, parecía que la Suprema Corte entraría a un inevitable proceso de partidización. La versión sobre la existencia de un pacto entre el PRI y el PAN para repartirse los dos nombramientos resultaba plausible no sólo por las continuas denuncias públicas de ello –realizadas, incluso, en la tribuna misma del Senado– sino también porque desde septiembre del año pasado uno de los supuestos beneficiarios del pacto –el senador Raúl Cervantes Andrade– había solicitado una licencia para separarse de su cargo. Lo cual fue interpretado como una maniobra para cumplir con los requisitos constitucionales para ser designado como ministro de la Corte.

Hoy, por fortuna, estamos en un escenario bastante lejano. Quizá por primera vez en la historia de la democracia mexicana fue posible construir, desde la sociedad civil, un contexto de exigencia que, por un lado, puso a la designación de ministros en el centro del debate público y, por el otro, logró que el presidente de la República diera marcha atrás a una decisión que parecía tomada desde hace ya varios meses. Que se haya presentado una terna conformada exclusivamente por mujeres y que en ninguna de ellas se haya incluido a militantes partidistas es un triunfo de la política democrática. En esa medida, no queda sino congratularse.

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De la ventaja del Presidente y su deseo de “jalar la marca”

Leo Zuckermann

Dos personas que, por su gran inteligencia, respeto mucho coincidieron ayer que el Presidente había incluido al procurador del Estado de México como candidato a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para “jalar la marca” en una terna y distraer la atención. Lo que Peña quería era que los medios nos concentráramos en criticar a Alejandro Gómez de tal suerte que el Senado aprobara, sin problema alguno, a Javier Laynez quien es, al parecer, el verdadero candidato del Presidente para convertirse en ministro de la SCJN. “Puede ser”, concedí a mis amigos. “¿Pero qué gana Gómez al haber sido incluido en una terna con el solo propósito de criticarlo?” Según ellos, el procurador mexiquense igual gana por el hecho de haber sido nominado como candidato a ministro de la SCJN. Puede ser. Igual y yo me fui con la finta y nada más le ando haciendo el caldo gordo al presidente Peña al andar criticando a Gómez como un indigno candidato a la Corte.

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Sobre los relevos en la Corte

Alberto Begné Guerra

En los próximos días deberán ser designados dos nuevos ministros de la Corte para ocupar los espacios que dejan Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza, cuyos mandatos terminan el 30 de noviembre. Hace no muchos años esta decisión no habría tenido relevancia fuera de los círculos de la alta burocracia; bajo el dominio del viejo régimen presidencial, el Poder Judicial de la Federación carecía de la autonomía y las atribuciones de un verdadero órgano de protección y control constitucionales.

Hoy, en contraste, producto de las reformas sustantivas, orgánicas y procesales realizadas en las últimas dos décadas, la Corte juega un papel indispensable en la defensa de los derechos fundamentales de las personas; la solución de conflictos de competencia entre distintos órganos de representación, federales y locales; la determinación de la constitucionalidad de las leyes; y, desde luego, el control de los actos de las autoridades, como un genuino contrapeso de los otros poderes. Por ello, a diferencia del pasado, la designación de los ministros es una decisión crucial que, en más de un sentido, gravitará sobre la calidad de vida de la gente y el ejercicio democrático del poder.

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