La “democracia morenista” es fundamentalismo

Si esto es “democracia”, habría que alejarse de ella.

Si esto que vemos en el actuar cotidiano de los legisladores de Morena, y de las opiniones que vierte su cabeza, López Obrador, fuera “democracia”, sería bueno no ser democráticos en lo más mínimo.

¿Eso es lo que entienden por “democracia” los morenistas?

Acaparar comisiones en San Lázaro -22 de 45-, y en el Senado -20 de 44-, son sólo dos ejemplos dentro de decenas que hay.

La sobrerepresentación en donde quiera que la ha habido, no fue rectificada por los tribunales y los morenistas de más, siguen ahí, campantes. Plurinominales en San Lázaro, diputados locales en Edomex.

Llevar a consulta popular un tema técnico como el del NAIM. ¿Puede haber algo más engañoso y demagógico?

Las respuestas sólo las pueden ofrecer los expertos de diversas áreas. No cualquier persona. Pero el “pueblo bueno” no se equivoca. La sabiduría popular manda. Eso sería verdad sólo si el “pueblo” contara con la información adecuada. ¡Y que supiera evaluarla!

Pero no la tiene. ¿Por qué no?

¿Quién convoca la consulta? El propio López Obrador. Pero no sólo convoca. En su cuenta de twitter el pasado 26 de agosto ofreció él mismo la “información” que pensó era suficiente para que el “pueblo bueno” evaluara y decidiera.

Dijo lo que para él son los pros y los contras de construir en Texcoco y  en Santa Lucía. Es decir, él mismo es la fuente de la información. Convoca, hará la consulta, y de paso expone los argumentos que él mismo también considera pertinentes.

¿Para qué necesita el pueblo de expertos que le informen sobre un tema, si tenemos como fuente de la información al propio presidente electo?

Eso es tratar de aprovechar la confianza traducida en votos, en llevar agua a su molino en un tema delicado y estratégico, como el NAIM.

Luego han aparecido algunos “expertos” que no son sus voceros en ese tema, pero lo parecen. Que ocupan espacios en la prensa, en los debates en radio y TV.

¿Habrá obradoristas o morenistas que se atrevan a pensar de otra manera que su líder? ¿Hay incluso morenistas que piensen lo contrario sin que los despellejen en las redes sociales y entre las filas del fundamentalismo? No los hemos visto. Justamente porque una condición de ser morenista es ser un fundamentalista que se inclina ante el maestro, quien siempre dice la verdad y -sobre todo- jamás se equivoca.

Pero más allá de todo ese ambiente de culto carismático, López Obrador usó como argumento básico en contra de Texcoco el que supuestamente sería destruido el lago Nabor Carrillo y las supuestas cerca de 250 especies de aves migratorias. Nadie en su sano juicio votaría en una consulta por destruir un lago.

Pero… ¿Los impulsores del NAIM en Texcoco, gobierno federal, empresas y expertos, jamás advirtieron que ese lago se destruiría? Suena impensable. ¿Y si lo advirtieron, no les pareció suficiente ese punto como para frenar su construcción? El progreso, entonces, entendido como en el siglo XVIII: arrasando la naturaleza y todo lo que se ponga en el camino.

A finales de junio pasado, un grupo de senadores del PAN, solicitó a la Profepa, a Semarnat y a Conagua, un informe a detalle sobre las acciones que se realizan por parte del gobierno federal, en protección al lago Nabor Carrillo ante la construcción del NAIM.

Pregunté hace unas semanas a uno de esos entonces senadores cuál fue la respuesta del gobierno. “No la hubo”, me contestó. Simplemente los dejaron en silencio.

Suponiendo que el Nabor Carrillo y sus especies de aves fuera a ser desecado, nada justificaría, por supuesto, la construcción del NAIM. No es necesario evaluar nada más. Porque un crimen ecológico y ambiental de ese tamaño es suficiente para parar el “progreso” que nos quieren regalar los que avalan el NAIM en Texcoco.

Sólo que todo esto no puede ser decidido por el “pueblo”, si no sólo por técnicos especializados en esas materias. Y mucho menos si quien convoca es el mismo que da los argumentos a favor y en contra de la construcción del NAIM en Texcoco y en Santa Lucía.

La democracia no es que tome decisiones quien no puede tomarlas. No es un tema de dinero público y de decidir el pueblo lo que hacen con él, porque es suyo, si no de tener la preparación suficiente para poder evaluar aspectos técnicos.

Por esto esa consulta es un despropósito. Y sin embargo, el Nabor Carrillo debe respetarse, cuidarse y preservarse. No puede ser que ese “progreso” aplaste un lago en pleno siglo XXI, cuando ya hemos vivido la resaca de la industrialización, de la “modernización”, en todo el mundo.

Y así como no es “progreso” alguno desecar lagos, tampoco lo es “desecar” la democracia plural, real, los equilibrios, los contrapesos, y dejar todo en manos de un solo partido, o peor, de un presidencialismo imperial restaurado, donde nadie mueve un dedo, si no primero el señor lo autoriza. Eso no es democracia, es fundamentalismo.