La inseguridad no admite ocurrencias

Es un placer y un honor iniciar este 2018 con todos ustedes. Comienza un año que será definitorio para el futuro, comenzando por los resultados electorales de julio próximo, y con una agenda que le impone al país innumerables desafíos políticos, económicos, sociales, de seguridad e internacionales.

La sorpresiva y en buena medida incomprensible propuesta sobre seguridad de López Obrador, junto con el número altísimo de ejecuciones que se han dado en los últimos meses y que convirtieron al 2017 en el año más violento de las dos últimas décadas, han obligado a los precandidatos a entrar, aunque sea colateralmente, al tema de la seguridad cuando aún no tienen propuestas serias al respecto.

López Obrador se clavó de lleno en ello con una cantidad de ocurrencias difíciles de evaluar en un solo texto. Prometió de todo, incluso, acabar en un máximo de tres años con la llamada guerra del narcotráfico, refrendó la amnistía a los narcotraficantes, aunque luego algunos de sus colaboradores trataran de matizarla, pero el propio Andrés Manuel insistió en su propuesta y además, dio a conocer un equipo y un diseño institucional tan confuso que ni sus integrantes lo pudieron explicar.

Dijo que crearía la Secretaría de Seguridad Pública donde colocaría a Alfonso Durazo, cuya mayor experiencia ha sido la de ser secretario particular: primero de Colosio en el PRI y luego de Fox, con el PAN.

Durazo terminó digamos que en muy malas relaciones con colosistas, en particular, y con priistas y panistas en general. No tiene Durazo la más mínima experiencia en seguridad. López también dijo que crearía una Guardia Nacional que integraría a todas las instituciones militares y a todas las policías en el mismo paquete. Recalcó que quería un Mando Único de toda esa estructura que estaría bajo su mando directo, personal. Ninguna democracia en el mundo tiene algo semejante.

Se vanaglorió de sus éxitos en seguridad pública en la Ciudad de México, lo que resulta incompresible porque fue durante su administración cuando se rompió la seguridad capitalina, cuando se elevaron a niveles récord las extorsiones y los secuestros, tanto que generaron por primera vez una dura reacción ciudadana, expresada en la llamada marcha de blanco, en la que participamos cientos de miles de capitalinos y que López Obrador desechó calificándola como una marcha de pirrurris.

Insistimos en un punto: López Obrador no entiende de seguridad pública y quienes lo aconsejan, salvo alguna que otra honrosa excepción, tampoco. Su propuesta es una suma de ocurrencias que ni siquiera están bien explicadas o tienen una lógica institucional.

José Antonio Meade criticó duramente la propuesta de Morena, pero no ha dado otro paso que me imagino querrá guardar para más adelante: no hay una propuesta superadora a la actual. Ha dado sólo algunos atisbos, destacando que se pondrá mucho más el acento en la inteligencia y en seguir la pista del dinero de los criminales, pero eso falta plasmarlo aún en propuestas y estrategias concretas. Es muy temprano en la campaña para hacerlo con seriedad.

Ricardo Anaya no se involucró en este debate y en realidad es el que menos presencia ha tenido en los días de fin de año. Pareciera que allí todavía están tratando de terminar de configurar un Frente donde a cada rato afloran las contradicciones, más que lanzarse hacia la gente (en ese sentido el proselitismo de Meade ha superado con mucho al de sus adversarios en estos días). Anaya y sus aliados del Frente han mostrado como propuesta de seguridad su oposición a la nueva ley de Seguridad Interior, lo cual no sólo es un desatino, sino también una falta de coherencia con su propio pasado.

Otro que ha estado en buena medida ausente es Jaime Rodríguez El Bronco que no termina de aparecer, mientras que Margarita Zavala sigue en la brega para conseguir las firmas que le permitan participar, ya tiene la cantidad necesaria, pero aún no la distribución territorial que requieren las leyes, pero en su caso sí aprovechó para confrontarse con López Obrador y Anaya por el tema de la seguridad e incluso de la nueva ley de Seguridad Interior, con una participación, en redes sociales, importante del expresidente Calderón.

Son los primeros escarceos, los primeros movimientos que en el tema de seguridad se adelantaron porque López Obrador mostró cartas muy temprano en un tema que no domina. En estos días la atención deberá ponerse en los que acompañarán a esos aspirantes: en los candidatos a gobernador que competirán el primero de julio y también a los que buscarán diputaciones y senadurías. Ahí hay todo un mundo político por descubrir para saber qué tan bien o mal acompañados estarán los candidatos.

INJERENCIA RUSA

El consejero de seguridad nacional de EU, el general Herbert Raymond McMasteraseguró que ya hay señales de injerencia rusa en las elecciones en México, como la hubo en EU, en el Brexit de Gran Bretaña, en Francia y en el referéndum catalán. Se trata, dijo “de un esfuerzo muy sofisticado para polarizar sociedades democráticas, poner en contra las comunidades dentro de ellas, crear una crisis de confianza y así minar nuestra fuerza”.