LA INSUPERABLE CAPACIDAD DE LA ESTUPIDEZ DE LA 4T

Cuando uno cree que la cuarta transformación ha llegado al límite de la extravagancia o de lo insólito, sus adeptos siempre trascienden las expectativas.

Cuando muchos pensamos que López Obrador y sus corifeos habían alcanzado el grado máximo de la chabacanería, de la vulgaridad, de la estolidez, Claudia Sheibaum, flamante jefa de gobierno de la Ciudad de México, en un evento público, habló de la posibilidad de implementar el uso del llamado uniforme igualitario, para equiparar varones y mujeres.

La aberración que la gobernante capitalina (figura por cierto muy cercana y muy del afecto de Andrés Manuel López Obrador) propuso, implicaba que las niñas pudieran asistir a clase con pantalones y los niños con faldas, si así lo deseaban. Ideología de género pura.

Por fortuna, a los padres de familia de la ciudad de los palacios y del resto del país, la puntada no les hizo mucha gracia y se lanzaron con furia a la yugular de la funcionaria capitalina e incluso a la yugular del ejecutivo nacional, haciendo gala de un ingenio y una creatividad dignos de elogio, que implicó el uso de memes y frases alusivas, que mostraban al presidente y a su vástago con minifalda y otros accesorios, situación que propició sin duda el consecuente jalón de orejas y la rectificación de rigor, donde la funcionaria dio marcha atrás, diciendo que no la entendieron, ya que ella se refirió a la posibilidad de que las chicas pudieran utilizar pantalones en su atuendo escolar.

De no haber una raigambre machista tan profunda en nuestra educación y cultura, probablemente el planteamiento de la funcionaria morenista habría triunfado y quizá los varones mexicanos habrían tenido que emular a William Wallace, gastando un colorido kilt a cuadros.

Y para demostrar que no canta mal las rancheras, nuestro preclaro primer mandatario, intentó hacer creer a la nación que en territorio norteamericano se libró una feroz batalla en pro de la dignidad y autodeterminación nacionales, que fue coronada por un éxito clamoroso. Tanto, que hasta festejo popular mereció.

En efecto, el primer aficionado a la fatiga de los palmípedos, presentó un encuentro de funcionarios mexicanos, con sus homólogos estadounidenses, como un triunfo absoluto, al no haber sido gravados con aranceles los productos mexicanos.

Tanto fue el fervor patrio que la triunfante negociación despertó en el hombre de la Chontalpa, que juzgó indispensable invitar a la ciudadanía de Tijuana a celebrar un éxito, que el gobierno federal parangonaba con la conquista del Everest.

Solo que si nos ponemos a revisar con detenimiento,nada hay que festejar, pues nuestro país no solo se comprometió a adquirir productos norteamericanos (maíz por ejemplo, cosa que debe recordar la parte de la chairiza que llamaba al boicot de productos norteamericanos, cosa que no va a ocurrir, ni por error.

Por otra parte, nuestro presidente y nuestro gobierno se sometieron de tal modo a la voluntad del gobierno yanqui, que se comprometieron a algo que jamás aceptaron sus homólogos panistas y priistas que los antecedieron: a sellar la frontera sur e impedir el paso de migrantes centroamericanos hacia Norteamérica.

Eso sí, la chairada festejó como si hubiera ganado la selección o como si se hubiera triunfado en un combate librado a sangre y fuego.

Por supuesto, la prensa domesticada se deshizo en elogios y parabienes y los funcionarios y demás fauna política sumisa a la cuarta transformación destacó el genio presidencial que puso al mandatario yanqui en jaque con una concentración masiva.

¿Hasta donde será capaz de llegar la infamia, el entreguismo, la subordinación, la abyección y la falta de integridad que emascula a los gobernantes mexicanos de cualquier nivel frente a las insensateces planteadas por el ejecutivo? Cuando uno cree que han llegado al cénit, hay siempre alguien capaz de superar la capacidad de arrastrarse y perder la dignidad.

Tendrá México por lo que parece, que pasar por un largo y doloroso proceso de desengaño, con crisis económica y social incluidas para ser capaz de trascender el encantamiento que emana la cuarta transformación. Ojalá el tratamiento de shock no incluya cuota de sangre a pagar, porque ya sabemos quienes deberán satisfacerla: los mismos que de manera delirante y contra todo buen sentido, ovacionan las estupideces que se le ocurren al más vergonzante mandatario de la historia nacional. Ojalá todavía esa caterva de aplaudidores, todavía tenga tiempo de rectificar, antes que el daño causado a la patria sea irreversible. Al tiempo…

Dios, Patria y Libertad