La migración de los autoritarios

En 1999 un nutrido grupo de Militantes del PRD, de simpatizantes de la izquierda, o simplemente de personas con pensamiento progresista y democrático, nos reunimos en el Estado de Tlaxcala, para reflexionar sobre lo que sucedía en el orbe al final del siglo, y desde luego, poniendo énfasis en lo que acontecía en nuestro País. En este evento participaron filósofos, profesores, pensadores, políticos. científicos, tales como Luis Villoro, Luis F. Aguilar, Arnaldo Córdova, Víctor Flores Olea, Enrique Gonzáles Pedrero; Macario Schetino, Enrique Semo,  Armando Bartra y muchas otras personas que enriquecieron con su saber, experiencia y talento el debate sobre la perspectiva de la izquierda democrática para el siglo XXI.

Ahora que la izquierda democrática está siendo doblegada en diversas regiones del mundo, por los diversos tipos de populismo, vale la pena que recordemos tesis que ahí fueron expuestas, y que alertaban de ese riesgo.

Enrique Semo exponía,  que ante los problemas de desarrollo del PRD como partido moderno de la izquierda, se han definido tres posiciones.  

Primero, la pragmática, que es aquella, enunciaba Semo, que establece como objetivo único, el ganar elecciones y mantenerse en el gobierno el mayor tiempo posible, aun a costa de subordinar los objetivos del cambio de régimen politico y de modelo económico que dieron sustento de origen al PRD. Por ejemplo, <<el acceder a los pinos>> sintetizó, gran parte de la existencia y la totalidad de los objetivos políticos de este partido, pues se partía de la idea de que un presidente –concentrando todos o buena parte de los poderes del Estado– es el único remedio para todos los males del país. ¡El presidente Andrés transita ese sendero; no desde el PRD, si desde morena!  

Segunda, la instrumental, le llamó Semo, que consistió en permitir sin límite, sin revisión o vigilancia alguna, el ingreso al PRD de individuos y grupos que vieron en este partido, exclusivamente, un medio para alcanzar sus fines particulares. Se quedaban hasta que los conseguían, y si no los lograban o los perdían, entonces, sin rubor alguno, migraban hacia otros partidos. Muchos de estos individuos estuvieron, con cargos y con ingresos económicos, en el PRI, PRD, PT, PAN, MC, de nueva cuenta en PRI, PT, MC, y ahora saturan los espacios y los cargos de gobierno y los partidistas desde el PES y MORENA.

Y la tercera, la constructivista, que no ve al partido como objetivo en sí mismo; que lo piensa a mediano y largo plazo en razón de contar con un proyecto de Nación democrática, progresista, e igualitaria; que resuelve,  con que fuerzas y personajes pueden unirse para impulsar juntos tal proyecto; y por último, que razona y construye permanentemente sobre que tipo de partido puede ser el portador de esa tarea.

 

En razón de determinadas circunstancias (la represión gubernamental, la necesidad de la sobrevivencia electoral, la consolidación de ínsulas de poder grupal en varias regiones, la persistencia en los usos y costumbres como el caudillismo, pero principalmente, por el extravío de nuestros objetivos estratégicos) se perdió perspectiva de futuro, y consecuentemente, se impusieron las dos primeras posiciones que dominaron el espacio del PRD

El pragmatismo y el instrumentalismo,  escribe Semo, “conducen inevitablemente a la consolidación de un <<partido-movimiento>> de corte populista cuya relación con los ciudadanos se resume en la manipulación corporativa-electoral; en las lealtades depositadas en los líderes carismáticos y los caudillos; con los militantes contenidos en los espacios clientelares […] y en donde el ejercicio del gobierno tiene como fin primordial, perpetuarse en el gobierno”.

En el México del siglo XXI, un partido de corte populista vendría, inevitablemente, a reforzar el statu quo; tendería a reproducir las relaciones de fuerza existentes así como las tradicionales prácticas clientelares y autoritarias del PRI. Sería un anacronismo con la cara vuelta hacia el pasado, remata, con gran capacidad de discernimiento, Enrique Semo.

 

Tengo el privilegio de conocer a Enrique Semo,  y siendo un hombre apegado a la razón, nunca aceptaría que se le señalara como profeta. No lo haré, pero es una realidad que desde el gobierno populista de AMLO se obliga al país para que vuelva la cara al pasado, y eso –como los cantos de las sirenas– puede cautivar a muchas personas, incluyendo a no pocos perredistas. Algunos de estos, los instrumentales, ya están allá; otros, esperan un cargo con salario que les hará mudar de inmediato, pero otros podríamos asumir el hecho de que vivimos una crisis (la mayor que ha experimentado el PRD) pero que esta es una oportunidad para validar y hacer tangible los objetivos de una izquierda democrática y libertaria.

¿Como podríamos hacerlo? No hay fórmulas mágicas, pero si sabemos que hay que hacerlo con la cara y la vista hacia adelante; superando cualquier parálisis; abriéndonos –sin los límites del pensamiento ideologizado, sin autocomplacencia, sin autoflagelaciones– a la discusión más amplia, abierta, para encontrar respuesta a tres preguntas que son claves:

¿Cual es un proyecto político de una izquierda democrática, liberal, progresista e igualitaria, que sea alternativa ante el populismo conservador del gobierno de Morena?  ¿con cuales fuerzas políticas y con qué liderazgos ciudadanos debemos unirnos, sumarnos, para contribuir –con humildad y sin protagonismos fatuos– a construir ese proyecto de nación para el siglo XXI? Y, por último, ¿con qué tipo de partido –que supere y que trascienda lo que fuimos y lo que ahora somos– podemos aportar al logro de terminar con el régimen político autoritario y caudillista, y, además, de hacer realidad un nuevo rumbo económico para desarrollar al país y para combatir la pobreza y la inseguridad?

 

Durante 30 años, el PRD fue el espacio partidista en donde, sin cesar, se confrontaron las dos concepciones políticas que determinaron el quehacer de la izquierda durante el siglo XX. Por un lado, el de la izquierda autoritaria y clientelar, utilitaria; Y por el otro, el de la izquierda democrática, libertaria, igualitaria que se recrea en la pluralidad, en los poderes limitados por la ley, y en la crítica de la razón.   

Después de las elecciones del 1 de julio del presente año, la contradicción sigue vigente, solo que ya no se da en el espacio del PRD. Ahora el nacionalismo revolucionario priista y el izquierdismo estalinista migraron juntos hacia morena.  El PRD, aun con las secuelas de la derrota electoral, pero libre de ese fardo, puede aportar, con la semilla de la modernidad, a la construcción de una izquierda democrática, libertaria, igualitaria.

 

Jesús Ortega Martínez.