¡LA OTRA MASACRE; 23 MIL MUERTOS EN MÉXICO!

Sin duda que indigna y lastima un ataque terrorista como el perpetrado en El Paso, Texas, en donde perdieron la vida ocho mexicanos.

Nadie duda que resulte intolerable y condenable el contenido de odio que existe detrás de ese y otros actos terroristas cotidianos contra mexicanos que viven y trabajan allende la frontera norte.

Y tampoco hay duda de que llegó el momento de exigirle al gobierno de México que ponga alto al discurso amenazante y xenófobo del presidente Trump, quien todos los días alimenta el odio extremista contra migrantes latinos, y en especial, contra la comunidad mexicana.

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Y es que el presidente Obrador está obligado no sólo a cumplir su promesa de campaña –exigir que el presidente Trump modere su discurso y respetar a las minorías latinas–, sino que debe impedir que todos los días el precandidato Trump utilice el odio racista contra los mexicanos, con fines reeleccionistas.

En efecto, el mandatario mexicano está obligado a la defensa solidaria, clara, puntual y contundente de los mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos y no sólo quedarse en lamentos que poco dicen y en una solidaridad vacía, de “dientes para afuera”.

Es tiempo de que Obrador abandone la cobardía de Estado, el miedo a Trump y que exija frenar, no sólo la libre venta de armas, sino el terrorismo de Estado de los racistas norteamericanos contra los mexicanos y que empieza por el discurso del propio presidente Trump.      

Sin embargo –sin dejar de lamentar y cuestionar la masacre contra mexicanos en El Paso, Texas–, tampoco podemos olvidar que en México la extrema derecha gobernante tiene su propia lucha de odio y división de los mexicanos; lucha que encabeza el propio presidente Obrador.

En efecto, todo los días el presidente mexicano insulta al sector social que no comulga con su credo político y que cuestiona sus fracasadas políticas publicas, al llamarlos “fifís”, “conservadores” y hasta “enemigos” del pueblo.

Resulta que en México, esa falsa izquierda que se refugia en el partido Morena no sólo se asume como poseedora de la verdad absoluta sino que descalifica a opositores al colocarles el sambenito de “conservadores”, lo que también desata furiosas persecuciones en redes contra los que piensan distinto.

Ese otro terrorismo que se vive en México –verdadero terrorismo de Estado–, es desatado desde el propio gobierno de López Obrador contra sus críticos, a los que todos los días insulta, difama y calumnia, seguido por miles de bots que juegan al juego de “la seguidilla”; golpear al que golpea el jefe, morder al que muerde el jefe y difamar al que difama y descalifica el jefe.      

Todo ello en medio de uno de los mayores fracasos en la historia moderna; el fracaso de la lucha contra la violencia en México que reporta ya más de 23 mil muertes dolosas en sólo ocho meses de gobierno de Obrador.

Es decir, casi cien mexicanos mueren cada día en distintas partes del territorio nacional a manos del crimen organizado, las bandas del narcotráfico, del robo de combustible, de la trata de personas y de una creciente e incontenibles epidemia de feminicidios.

Sin duda que resulta doloroso el atentado terrorista que arrebató la vida a ocho mexicanos en El Paso, Texas, pero la otra masacre, la que todos los días se vive en México y que arrebata casi cien vidas diarias tampoco puede ser ignorada; como no podemos olvidarnos del miedo colectivo que se vive en las carreteras del país, en las grandes ciudades, en las rancherías y en estados completos, como Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas, Jalisco… 

Pero además, y por si fuera poco, entre esa cifra macabra de 23 mil muertes se deben incluir 16 periodistas asesinados –un promedio de dos por mes–, en los ocho meses del nuevo gobierno, lo que significa otra masacre que pocos quieren ver y que ya marca una cifra récord de comunicadores asesinados.

Y es que si le hacemos caso al presidente mexicano, cuando dice que “la mejor política externa es la política interna”, entonces debe empezar en casa, en México, con ponerle fin a la política de odio, de polarización y división entre los mexicanos; debe ponerle fin al insulto a los que piensan distinto y a los que a diario insulta, difama y calumnia.

Y es que el buen juez, por su casa empieza.

Al tiempo.