#MásPoesía Fernando Calderón (1809-1845)

El soldado de la libertad

 

Sobre un caballo brioso

camina un joven guerrero

cubierto de duro acero,

lleno de bélico ardor.

 

Lleva la espada en el cinto,

lleva en la cuja la lanza,

brilla en su faz la esperanza,

en sus ojos el valor.

 

De su diestra el guante quita,

y el robusto cuello halaga,

y la crin, que al viento vaga

de su compañero fiel.

 

Al sentirse acariciado

por la mano del valiente,

Uufano alzando la frente

relincha el noble corcel.

 

Su negro pecho y sus brazos

de blanca espuma se llenan;

sus herraduras resuenan

sobre el duro pedernal;

y al compás de sus pisadas,

y al ronco son del acero,

alza la voz el guerrero

con un acento inmortal

 

‘Vuela, vuela, corcel mío

denodado;

no abatan tu noble brío

enemigos escuadrones,

que el fuego de los cañones

siempre altivo has despreciado,

y mil veces

has oído

su estallido

aterrador,

como un canto

de victoria,

de tu gloria

precursor.

 

‘Entre hierros, con oprobio

gocen otros de la paz;

yo no, que busco en la guerra

la muerte o la libertad.

 

‘Yo dejé el paterno asilo

delicioso:

dejé mi existir tranquilo

para ceñirme la espada,

y del seno de mi amada

supe arrancarme animoso;

vi al dejarla

su tormento,

¡qué momento

de dolor!

Vi su llanto

y pena impía;

fue a la mía

superior.

 

‘Entre hierros, con oprobio

gocen otros de la paz;

yo no, que busco en la guerra

la muerte o la libertad.’

 

‘El artero cortesano

la grandeza

busque adulando al tirano

y doblando la rodilla;

mi trotón y humilde silla

no daré por su riqueza,

y bien pueden

sus salones

con canciones

resonar:

corcel mío,

yo prefiero

tu altanero

relinchar.

 

‘Entre hierros, con oprobio

gocen otros de la paz;

yo no, que busco en la guerra

la muerte o la libertad.’

 

‘Vuela, bruto generoso

que ha llegado

el momento venturoso

de mostrar tu noble brío,

y hollar del tirano impío

el pendón abominado.

En su alcázar

relumbrante

arrogante

pisarás,

y en su pecho

con bravura

tu herradura

estamparás.

 

‘Entre hierros, con oprobio

gocen otros de la paz;

yo no, que busco en la guerra

la muerte o la libertad.’

 

Así el guerrero cantaba

cuando resuena en su oído

un lejano sordo ruido,

como de guerra el fragor.

 

‘¡A la lid!’, él fuerte grita,

en los estribos se afianza

y empuña la dura lanza,

lleno de insólito ardor.

 

En sus ojos, en su frente,

la luz brilla de la gloria,

un presagio de victoria,

un rayo de libertad.

 

Del monte en las quiebras hondas

resuena su voz terrible,

como el huracán horrible

que anuncia la tempestad.

 

Rápido vuela el caballo,

ya del combate impaciente,

mucho más que el rayo ardiente

en su carrera veloz.

 

Entre una nube de polvo

desaparece el guerrero:

se ve aún brillar su acero,

se oye a lo lejos su voz:

 

‘¡Gloria, gloria!¡Yo no quiero

una vergonzosa paz;

busco en medio de la guerra

la muerte o la libertad!’.

 

Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.