Meade, con el pie derecho

La jornada inaugural de los partidos con sus candidatos presidenciales definitivos fue una mañana redonda para José Antonio Meade, en que pudo enseñar unidad del priismo en torno a él, y una agenda ciudadana concreta que la encabeza el “combate implacable a la corrupción”.

¿No se le cree? Es posible que en muchos haya escepticismo, pero olvidan que el PRI es diferente según quien sea el líder real.

Y en el evento de ayer se quiso dejar claro que comienza la era Meade en el PRI, sin que nadie le dispute el liderazgo.

“Seré implacable contra la corrupción”, dijo el candidato presidencial del PRI, y quienes lo conocen saben que es un hombre de palabra.

El PRI de Meade, si gana las elecciones, será distinto al PRI de Peña Nieto, como el del actual presidente fue diferente al PRI de Ernesto Zedillo, y el de éste completamente distante al PRI de Carlos Salinas y así sucesivamente con Miguel de la Madrid y José López Portillo.

No olvidemos que el PRI es una amalgama de fuerzas que dirimen sus diferencias al interior y se disciplinan al liderazgo del presidente de la República en turno.

Así tuvimos a un PRI que aplaudió la estatización de la banca hecha por José López Portillo, y unos años más tarde defendió la privatización bancaria hecha por Carlos Salinas de Gortari.

El PRI de las reformas de Peña Nieto y de la mano blanda para con gobernadores y funcionarios que se dieron vuelo con el saqueo al presupuesto, pasará ahora al PRI de la atención de las necesidades más próximas de la ciudadanía y a un combate implacable contra la corrupción.

¿Le creemos? Que cada quien decida. Pero ahí hay una propuesta concreta para realizar transformaciones micro que el país pide a gritos.

El planteamiento de Meade es inobjetable: educación, transporte, seguridad y empleo, con la mujer y la familia por delante. Se encontrará, sin embargo, con el escepticismo ciudadano que está enojado con el PRI y con el gobierno.

Un error de este sexenio fue no haber quitado a tiempo a gobernadores que despertaron indignación por sus excesos y dispendios extravagantes a cuenta del erario público, y los dejó correr libres hasta que al final los metió a la cárcel cuando el daño en la imagen ya estaba hecho.

Creerle o no creerle dependerá de cada quien, pero Meade no podía haber tenido un marco mejor que el de ayer. Le ayudaron sus adversarios.

En el Frente se dieron de sillazos y cometieron fraudes para alcanzar candidaturas al Congreso.

La gresca en el PRD fue de antología, cuando cercanos a Graco Ramírez, en el Congreso que eligió candidatos, sacaron fotocopias a las boletas electorales para votar doble o triple.

Eso acabó a golpes, al viejo estilo del perredismo. Después, magullados y entre insultos, se fueron a la toma de posesión de su candidato presidencial, el panista Ricardo Anaya.

Horas antes, en el PAN, el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, denunció fraude en ese partido para la selección de candidatos y anunció un proceso legal en contra de la decisión.

Así es que, en el Frente, un partido (PRD) recurre a la violencia en su disputa interna por las candidaturas. Y en el otro, en el PAN, un gobernador poderoso se va a tribunales por lo que considera fraude de su dirigencia nacional. Y lo ovacionaron.

El discurso de toma de posesión de López Obrador estuvo marcado por lugares comunes, dichos en lenguaje entrecortado y trastabillante.

No puede hablar bien porque no es él, sino el que sus publicistas moldean.

Su realidad está en ese champurrado que es la lista de candidatos al Senado, donde podemos ver a la expresidiaria por encabezar un movimiento armado al margen del Ejército y de la ley, Nestora Salgado.

A un prófugo de la justicia por estafar a los trabajadores mineros desde su cargo de líder sindical, Napoleón Gómez Urrutia.

O al que abrió Acapulco a los cárteles criminales para convertir a ese puerto paradisiaco, en un campo de batalla de sicarios de toda índole: Félix Salgado Macedonio.

Día redondo para el candidato Meade. Aunque faltan 131 más para el día de la votación que marcará para siempre a México.“El planteamiento de Meade es inobjetable: educación, transporte, seguridad y empleo” .