Meade está de regreso

La servilleta de José Antonio Meade para enseñar las cuentas de lo que el país va a perder con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la México, fue la señal de que el ex candidato presidencial está de regreso en la palestra política.

Se trata de una buena noticia para la oposición. También para el país.

Debería serla también para el gobierno, pues opositores con esos conocimientos, solvencia ética y franca buena fe, no se dan en maceta.

Sin embargo un par de secretarios de Estado vieron en la opinión de Meade, acerca del aeropuerto, un desafío al pensamiento único que según ellos debe privar en los asuntos públicos: el del gobierno.

La desmesura en la respuesta de los secretarios de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, y de Turismo, Miguel Torruco, los retrata a ellos: frágiles y agresivos ante una crítica informada.

No discuten, insultan. No argumentan, descalifican al que lo hace.

Le tienen miedo a Meade. La inteligencia, desde siempre, despierta el recelo y la ira de los poderosos menos aventajados cultural e intelectualmente.

Los cargos dan poder, pero no inteligencia.

Meade planteó que con la cancelación del aeropuerto en Texcoco el país va a perder 145 mil millones de dólares.

Sus cuentas no las basa únicamente en lo que se gastó y se convertirá en ruinas. Ni en lo que habrá que pagar a los inversionistas, a los constructores y contratistas.

Saca un promedio del gasto de cada pasajero en el nuevo aeropuerto, con base en estudios y cifras de la IATA, del actual Aeropuerto Internacional, del INEGI, del FMI y de la dirección de Aeronáutica Civil, entre otras instituciones.

Y lo que dejará de entrar a México por la cancelación de la terminal aérea en Texcoco le da la escalofriante cifra de 145 mil millones de dólares.

Sus números se pueden discutir, y es lo que hubiéramos esperado de un secretario de Comunicaciones y Transportes o de un secretario de Turismo.

Lo que hubo por respuesta fueron sendos garrotazos tuiteros, al peor estilo de los porros de la red.

En el fondo, tanto Jiménez Espriú como Torruco le hicieron un involuntario favor a la oposición y al país: Meade vuelve a la vida pública después de ese incidente.

La oposición política está desarticulada y enfrentada entre sí. Hay muy pocos personajes que sean bien recibidos por todas las corrientes partidistas que disienten de las medidas presentes y anunciadas del nuevo gobierno.

Meade es uno de ellos. No es el único, pero mientras más voces apreciadas por la sociedad se manifiesten, mejor para el país y para los equilibrios de poder.

No veo a Meade en política activa dentro del PRI ni tampoco en el PAN, que son las opciones que conservan estructura a nivel nacional.

Pero sí puede ser uno de los voceros que defiendan, desde la sociedad, el valor de la democracia liberal. De la sensatez en la conducción del gobierno. Que nos cohesione para resguardar los avances que México ha tenido en el terreno de las libertades individuales, políticas, económicas.

Muchos han hablado y escrito con sugerencias y críticas a las políticas públicas, pero la aplanadora del nuevo gobierno y su partido va derecho y no se quita, ni reflexiona ni se inquieta.

Meade hizo unas cuentas en una servilleta y puso de cabeza a miembros del gabinete.

Salieron como cavernícolas a golpearlo y a intentar herirlo en lo personal.

Les respondió con elegancia y les deseó paz y felicidad en el nuevo año.

Se los comió al evidenciar las diferentes estaturas.

Le tienen miedo a Meade.

Buena señal: ahí hay un activo para la oposición y también para el país.