MUJER CONTRA MUJER. LA RELACIÓN HOSTIL ENTRE MADRE HIJA.

La relación madre-hija, es de las relaciones que puede llegar a experimentar el mayor de los  conflictos en la vida de la mujer y que puede perdurar por toda la vida.

La relación madre-hija inicia desde el nacimiento hasta los 4 o 5 años de edad, posteriormente la niña se aleja de la madre y establece una estrecha relación con el padre hasta la adolescencia para posteriormente regresar a una relación diferente con la madre a la establecida en la niñez.

Sin embargo, los pilares para un adecuado desarrollo psicosexual de la niña, se establecen en los primeros años del vínculo con la madre.

Durante esta etapa la dinámica de relación está permeada por diferentes deseos, como el de ser alimentada  —ser amamantada—, ser cuidada, aseada y apapachada en donde tenga toda la atención de la madre.

Igualmente puede haber deseos de seducir a la madre en donde puede existir la fantasía de tener un bebé que a la ves sea el hijo de mamá y la hija le brinde los cuidados que la mamá le brindó a ella. Este juego se observa en el cuidado que las niñas tienen con determinada muñeca o con muñecos de peluche.

Sin embargo, en esta etapa también surgen reacciones hostiles hacia la madre pues la hija siente  que no fue suficientemente amamantada, reacción que se acentúa en el momento del destete en donde la niña rechaza a la madre por haberle quitado el pecho.

La hostilidad también surge cuando la madre le da un hermanito pues detona los celos y la rivalidad de la niña y el odio hacia esta que ahora la priva de sus cuidados para brindárselos a su rival. Lo que se realza si el intruso es niño y en donde el entusiasmo de la madre es altamente evidente.

Y finalmente otro de los motivos de hostilidad es cuando la niña se percata de la diferencia anatómica de los sexos y se da cuenta que ella no tiene un pene y hace responsable a la madre de su falta.

Esta hostilidad la lleva a separarse de la madre y refugiarse en el padre quien podrá ser heredero de dicha hostilidad o hacer alianza con él elaborando una larga lista de acusaciones y reproches en contra de la mamá.

En la adolescencia, esta hostilidad se acrecienta y queda demostrada en las batallas que madre e hija llevan a cabo por la vestimenta, los amigos, los permisos o por la forma de comportarse de la hija.

Si esta hostilidad no se resuelve, puede llegar hasta el vínculo con la pareja en donde la mujer puede  elegir a alguien parecido al padre pero que sin embargo, presenta actitudes parecidas a la madre y es con la pareja con quien puede perpetuar el conflicto con la madre.

Las demandas de la niña pequeña hacia su madre son muchas y muy intensas —ser cuidada, alimentada, apapachada y contar con toda su atención—-, por lo que resulta imposible de cumplir.

Para lograr una relación armoniosa madre-hija es necesario que la hija por los desengaños sufridos al no ser cumplidos sus deseos, pueda deshacerse de esa primera relación con su madre.

Este proceso se asemeja al primer matrimonio de mujeres jóvenes enamoradas con la máxima intensidad en donde el amor naufraga a raíz de los inefables desengaños y un segundo matrimonio puede marchar mucho mejor.