No me olvides…

Neteando con Fernanda

“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón” Jorge Luis Borges.

Olvidar puede ser un bálsamo para el dolor, pero el no recordar nombres o personas es una pesadilla social. Un momento incómodo, que te hace sentir torpe y avergonzada. Lo sé. Me sucede con más frecuencia de lo que me gustaría. Creo que no es cuestión de venganza o de perdón, sino de distracción. Soy distraída y por estar en mi mundo, muchas veces no pongo atención a lo que pasa alrededor. Si bien no olvido los rostros, soy malísima con los nombres. (El que haya gafetes en los eventos es para mi una salvación). Veo una cara, se que la conozco pero no puedo recordar los detalles. ¿Dónde y cuando conocí a esta persona? El momento se vuelve cada vez más incómodo y tratas de hacer alguna pregunta que te de alguna luz, generalmente sin buenos resultados. Si ya era un tema complicado, la “vida virtual” lo hace aún mas difícil. Ahora, cuando alguien nos saluda y no recordamos su nombre, ni mucho más, además de preguntarnos si estudiamos o trabajamos juntos o es amigo de algún colega tenemos que preguntarnos: ¿Es mi amigo de Facebook? ¿Mi contacto en Linkedin ¿Lo sigo en Twitter o Instagram? ¡Auxilio! ¿Cómo le digo que no lo recuerdo? Sabemos que por inocente y bienintencionado que sea el olvido, no deja de ser un insulto.

Hace unos días me topé con un artículo publicado en The Atlantic, titulado: Bad News for People Who Can’t Remember Names (Malas noticias para quienes no pueden recordar nombres). Lo guardé para leerlo con calma, intuyendo que su contenido me quedaría como anillo al dedo. Así fue. El artículo habla de un estudio realizado por el Dr. Devin G. Ray, de la Universidad de Aberdeen que trata de los efectos que nuestra mala memoria tiene en las relaciones. Junto con sus colegas, el Dr. Ray realizó experimentos que medían como se interpreta el ser olvidado. Un grupo de estudiantes llevó diarios virtuales donde narraban detalladamente las ocaciones en que habían sido olvidados. En su mayoría, los olvidos se referían a conocidos que olvidaban hechos básicos: como nombre, carrera o semestre y también a compromisos rotos, como cuando quedas de tomar un café con alguien y te dejan plantada. Parecerían eventos sin importancia; sin embargo, el daño que estos ocasionan sorprendieron al Dr. Ray y a su equipo. Los estudiantes reportaron que se sentían menos cercanos a la persona que los había olvidado, ya fuera un familiar o alguien que apenas conocían. Los resultados del estudio, publicados en el Journal of Personality and Social Psychology, confirmaron nuestros temores: el olvidar a una persona envía el mensaje de que nuestro interés por ella no era suficiente para recordar cosas acerca de ella. Nada positivo.

Más allá de los resultados del estudio; sabemos que olvido lastima en carne propia. Ya que si bien somos muchas veces los que olvidamos, en muchas otras, somos los olvidados. Seamos honestos, el saber que no causamos una impresión digna de ser recordada es doloroso. No sé si el olvido sea la única venganza, lo cierto es que cuando alguien no tiene ni la más remota idea de quienes somos, hiere terriblemente nuestra autoestima.

Afortunadamente, también conocemos la otra cara de la moneda: el que nos recuerden. Cuando alguien lo hace, nos sentimos importantes, apreciados y valorados. Hace unas semanas me topé con un escritor muy conocido que no había visto en años. No sólo me recordó, sino que habló de diversos detalles de la conversación que habíamos sostenido hace años; confieso que me sentí muy bien.

Quizá, nuestra salvación esté en que podemos comprender el problema desde todos los ángulos ya que hemos olvidado y hemos sido olvidados. Podemos ponernos en los zapatos del olvidado y disculparnos genuinamente con él, ya que entendemos a la perfección el dolor que este olvido causa. Nuestras palabras serán, sin duda, sinceras. Quizá, el tener presente lo agradable que es que alguien nos recuerde, puede servirnos para hacer un doble esfuerzo y tratar de poner más atención a los demás. Si tienen alguna sugerencia para ayudarnos a mejorar la atención, será bienvenida.

Buen domingo a todos.

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