NO REELECCION

Para los gobernantes de cualquier nación, el autoritarismo entraña graves tentaciones.

La peor es la de sentirse indispensable y creer que la viabilidad de un proyecto político determinado, depende de la permanencia personal en el poder, para hacerlo posible.

Tratar pues de perpetuarse en el poder a toda costa, es una de las trampas que acechan a cualquier gobernante que concentra en sus manos grandes niveles de poder y popularidad.

Sabemos que en el caso particular de Andrés Manuel López Obrador, la tentación de reelegirse, es una de las más recurrentes y delicadas pruebas a las que se ve sometido en el ejercicio de la gobernación, debido principalmente a su estilo autocrático de llevar a la práctica sus facultades legales y metaconstitucionales incluso.

Es en tal virtud, que de manera reiterativa e insistente, el hombre de la Chontalpa ha mencionado en diferentes lugares y circunstancias que no se reelegirá (lo mismo que de manera inicial hizo Hugo Chávez). Lo preocupante del asunto resulta que legalmente y en la práctica gubernamental, la reelección es un tema tabú y un pecado de lesa patria en nuestra nación.

¿Porqué entonces la insistencia de López Obrador en subrayar machaconamente que no se reelegirá? Podemos conjeturar que: A) trata de mandar mensajes a la clase política, tanto de su partido, como de otros institutos políticos, para dar certeza y tranquilidad al respecto, dejando de ver que provoca todo lo contrario.

B) Trata de desengañar a su corte de lambiscones e incondicionales, que ya han de estar fastidiando, sugiriendo que su presencia es indispensable para garantizar la viabilidad de los cambios y deslizando en su ánimo, que los sacrificios que entraña gobernar este país tan complejo, lo autorizan a otorgarse un premio de semejante naturaleza, para poder ver cristalizar su obra.

C) Sus tendencias personales y su estilo personal, que siempre lo llevan a contrapuntear sus dichos con sus actos, lo llevan a medir el agua a los camotes, para ver cual sería la reacción social a semejante despropósito.

Tristemente, la desmesurada concentración de poder y la enorme popularidad ganada entre las masas, coadyuvan a incentivar la posibilidad de que el titular del ejecutivo considere la posibilidad de romper la piedra angular del sistema político mexicano, lo que sin duda, sería de consecuencias inimaginables y devastadoras para nuestro país, que podría verse sumido por este hecho, en una espiral de inestabilidad y eventualmente ante un escenario de confrontación y violencia entre hermanos.

Ojalá la sensatez prevalezca en el criterio de Andrés Manuel López Obrador (cosa nada frecuente en él, hay que decirlo) y haga un lado semejante posibilidad, situación que dejaría patente su patriotismo y amor a este país, tanto a seguidores como a malquerientes.

México en estos momentos, no está para experimentos políticos, ni sociales. Nuestra patria resume altas dosis de elementos incendiarios y bastaría la menor de las chispas para desatar una conflagración que no solo nadie desea, sino que a nadie beneficiaría. Tengámoslo siempre presente: los hombres pasan, las instituciones prevalecen.

Dios, Patria y Libertad