Nueva alarma en el Congreso

El debate parlamentario supone la igualdad entre los legisladores y el diálogo constante, al no existir verdades absolutas. Todo intento por negar la colegialidad o imponer una visión por considerarla más veraz, abre el riesgo de regresión al autoritarismo.

La Mesa Directiva es el órgano encargado de guiar las sesiones e interpretar el reglamento para que impere la civilidad y el respeto mientras todas las posturas se expresan. A ninguno de sus miembros le corresponde emitir juicios de valor sobre argumento, legislador o bancada alguno.

Por ello es indefendible que Dolores Padierna, en su papel de vicepresidente de la Mesa Directiva, haya roto un acuerdo suscrito por la Junta de Coordinación Política y hablado a nombre de su grupo parlamentario, al que se refirió como “la mayoría democrática”. ¿Pudo haberlo dicho como diputada? Claro, si se hubiera separado antes de su responsabilidad y desde la tribuna.

Dejar pasar esto sería justificar que unas voces se impongan sobre otras por ser “buenas” y “correctas” mientras nos deslizamos por una pendiente resbalosa. Lástima que los demás partidos no sean tan enfáticos en defender a la democracia tanto como sus posturas.