NUEVA PALIZA A AMLO; ANAYA Y MEADE FLOTAN.

Debate anticlimático, de lugares comunes, de retórica y chascarrillos, pero de pocas ideas, de momentos de tensión y choque que, al final, exhibieron una pobreza extrema de soluciones.

Sin duda que hubo debate, confrontación, polémica; por primera vez en la historia de los debates, la población participó con buenas preguntas hechas directamente a los candidatos y sin duda que los presentadores hicieron un buen papel. Sin embargo, la rigidez del formato limitó de nueva cuenta la exposición de ideas, acotó la esgrima y achicó las soluciones en contexto.

De nueva cuenta el gran perdedor, que naufragó en la presentación de ideas, en el tiempo y en las respuestas fue el candidato de Morena, un político que apela a su condición de puntero sin proponer una sola idea clara, una respuesta coherente, una solución puntual.

De nueva cuenta el provocador, el fajador, el maestro del esgrima, fue el candidato Ricardo Anaya, quien hoy llegó con la consigna de ridiculizar a Andrés Manuel López Obrador y que logró sacarlo de balance dejándolo por momentos pasmado.

Y una vez más, las ideas, las propuestas, el conocimiento y la experiencia estuvieron en la voz de José Antonio Meade, lo cual no debe sorprender a nadie. ¿Por qué?

Porque el candidato de la alianza Todos por México ha sido responsable de las relaciones internacionales de nuestro país, del manejo hacendario y del desarrollo social; responsabilidades que lo colocan como el más experimentado y con mayor conocimiento de los temas tratados.

Dicho de otro modo, el candidato Meade es el que exhibió conocer con mayor puntualidad los temas tratados en el segundo debate. Meade es el técnico en este ring lleno de rudos, el problema es que el show usualmente lo dan los segundos.

Y es que el de ayer no fue un debate de ideas y menos de propuestas o de soluciones. Fuimos testigos de una confrontación, de acusaciones, señalamientos, incluso agresiones, eso sin tomar en cuenta los chascarrillos.

El candidato Jaime Rodríguez Calderón parece haber llevado la consigna de ser el bufón del debate. No hubo una sola propuesta coherente, puntual o atinada del independiente quien incluso aprovechó para amenazar con nacionalizar la banca y también para mandar saludos a su señora madre.

Si se da por ganador del debate a aquel con la mayor habilidad para desestabilizar al adversario, para exhibirlo, para sacarlo de quicio, entonces, sin duda, el ganador de la contienda de ayer fue Anaya.

Los momentos de mayor esgrima los protagonizó el candidato del PAN-PRD-MC, en especial cuando confrontó a Andrés Manuel López Obrador, a quien, literalmente apabulló, al extremo de dejarlo callado en medio de la rabia del candidato de Morena.

Apenas una frase nueva alcanzó a esbozar López Obrador: “Ricky Rickin Canayín”, que seguramente servirá para los memes, pero que exhibe pobre nivel de debate que el tabasqueño es capaz de ofrecer.

Con todo y todo, Ricardo Anaya evadió, rehuyó, le dio la vuelta a gran parte de los temas. Incluso, los moderadores debieron reorientar las preguntas ante la retórica sin límite del candidato de la alianza Por México Al Frente.

Si esto se tratara de propuesta y soluciones, entonces el ganador habría sido José Antonio Meade, pero el formato y la distribución de los tiempos poco favorecieron al planteamiento de ideas. Aquello por momentos se convirtió en un ring donde Meade era el técnico y sus contrincantes los rudos, el problema es que el show y usualmente se lo llevan los segundos.

Hubo debate, hubo golpes, faltaron ideas y soluciones, pero hoy, incluso más que en el pasado enfrentamiento, Andrés Manuel López Obrador mostró de nueva cuenta su incapacidad para hilar ideas rápidas, esquivar los ataques y convencer más allá de sus frases hechas.

El público decidirá quién ganó, pero en esta ocasión no sólo los mexicanos emitirán su juicio: será interesante ver lo que opinan los medios internacionales, principalmente los norteamericanos al ser su gobierno el principal aludido en este debate.

 

Al Tiempo.