Osorio, el hombre fuerte; ¿candidato presidencial?

No es novedad que Luis Videgaray aparece como despedido en calidad de “chivo expiatorio”. Tampoco es nuevo que deba purgar culpas propias de su poderosa posición como “hombre fuerte” de Enrique Peña Nieto.

Y menos resulte extraño que el affaire Trump-Peña Nieto quiera ser utilizado como pretexto ideal para una “salida elegante” de Videgaray del gabinete.

Para muchos, incluso, la lógica política coloca al hoy exsecretario de Hacienda en posición de fusible político. Es decir, el secretario de despacho capaz de atajar las potentes descargas mediáticas, a fin de impedir que su jefe, el presidente, haga cortocircuito.

Lo cierto, sin embargo, es que Videgaray no habría sido despedido y menos expulsado del “paraíso”. No, en realidad se trató de una renuncia que buscó salvar la vapuleada imagen del presidente.

Y es que, según una fuente oficial, Videgaray habría presentado su renuncia con carácter de irrevocable. Y la razón de la renuncia habría sido de lealtad elemental. Es decir, que antes de contribuir a seguir causando daño a la imagen presidencial, habría decidido dejar el cargo.

En pocas palabras, lealtad elemental.

Como haya sido, lo cierto es que el cambio también estableció una nueva realidad en el gabinete presidencial y de cara a la sucesión presidencial.

En el primer caso, asistimos a la implantación política de la “ley de la capilaridad”. Es decir, que en política y en el ejercicio del poder, el vacío no existe y los espacios que por momentos parecen vacíos, se llenan de inmediato por la fuerza inmediata.

Y ante la ausencia de Videgaray —el otrora “hombre fuerte” en el gabinete de Peña Nieto—, el vacío fue llenado de inmediato por el segundo “hombre fuerte” que, en los hechos, se llama Miguel Ángel Osorio Chong, y despacha en la Secretaría de Gobernación.

Y, por eso, el reacomodo que se produce en el gabinete presidencial rápidamente dejó en el olvido la propia caída del titular de Hacienda. ¿La razón?

Que con la salida de Videgaray no sólo se pierde al “hombre fuerte” y al más influyente en el gabinete de Peña Nieto, sino que se debilita a uno de los grupos más poderosos que competían por la candidatura presidencial al interior del PRI.

Y es que, si bien la titularidad de Hacienda fue ocupado por uno de los cercanos a Videgaray —José Antonio Meade—, también es cierto que el cinco veces secretario de Estado aparece muy lejos de los punteros en la lucha por 2018.

En pocas palabras, que a pesar de las capacidades y el buen desempeño de Meade en todos los encargos que ha desempeñado, lo cierto es que son nulas las posibilidades de convertirse en candidato presidencial por el PRI. Y la razón está a la vista de todos; en ninguno de sus cargos ha conseguido posicionar su imagen más allá de un buen servidor público.

Lo más curioso es que frente a la caída de Videgaray y el debilitamiento de otros secretarios de Estado se catapulta la imagen y el oficio político de Osorio Chong, no sólo como “hombre fuerte”, sino como consolidado puntero a 2018.

Y, en efecto, si hasta hace unas horas todas las encuestas colocaban al secretario de Gobernación a la cabeza de los presidenciables del PRI, con la ausencia de Videgaray se despeja aún más el camino para Osorio.

El titular de Gobernación no sólo ocupará el papel de nuevo “hombre fuerte”, sino que consolida su posición de puntero y se apuntala como hombre a vencer.

Pero ese también es un grave riesgo para el titular de Gobernación. ¿Por qué razón? Porque, según el “manual”, resulta suicida que exista un sólo aspirante presidencial. Deben existir por lo menos dos alternativas. Y aquí es donde muchos piensan en Eruviel Ávila.

Al tiempo.