“PEJELEAKS” ¡NO AL ANONIMATO!

Para muchos fue una gran noticia. Para otros se trató de la mejor manera de exhibir “las trapacerías” del candidato presidencial de Morena.

Y para los más radicales es la mejor forma “de darle una sopa de su propio chocolate” al candidato López Obrador.

No referimos a un sitio de supuesta información privilegiada bautizado como “PejeLeaks” y que, según sus creadores, difundirá la verdadera “historia negra” de Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, en la propia exposición de motivos, los autores de “PejeLeaks”, explican que se tratará –la página ya puede ser visitada- de un trabajo cuyos autores permanecerán anónimos.

Como ya se dijo, el anunció de que abría una página capaz de investigar y revelar todas las “historias negras” detrás de Morena, de su propietario y de sus gerentes, motivó el aplauso de los muchos malquerientes de López Obrador.

Y, en efecto, a simple vista se antoja saludable que periodistas profesionales se dediquen a investigar y difundir las “historias negras” del más aventajado de los aspirantes presidenciales mexicanos.

En efecto el trabajo de la prensa, de los medios y los periodistas es ese, investigar y  revelar lo bueno y malo detrás de todas las expresiones del poder; sea el poder político, el poder de los servidores públicos, el poder empresarial, el poder mediático, el poder religioso y los pequeños poderes sociales.

Sí, la noticia de la aparición de los PejeLeaks podría ser una de las mejores noticias en la contienda presidencial del 2018.

Sin embargo, a los creadores, patrocinadores y periodistas detrás de PejeLeaks se les olvida que la difusión de anónimos no es periodismo; que ocultar el nombre y el rostro de quienes crearon, financiaron e investigan las historias que difunde PejeLeaks, no puede ser considerado un periodismo serio, inscrito en los estándares éticos elementales.

Los creadores de PejeLaks argumentan, con razón, que por motivos  de seguridad no se revelaran los nombres de quienes están detrás de la iniciativa de PejeLeaks. Se explica que por esas mismas razones –las de seguridad–, el público no conocerá el nombre y el rostro de los periodistas investigadores.

Sin embargo, ninguna de esas justificaciones, explicaciones y argumentos pueden ser aceptables. ¿Por qué? Porque la difusión de anónimos no es periodístico y porque no le sirve de nada a la democracia la difusión de “materiales periodísticos” elaborados por manos invisibles y en el anonimato.

En efecto investigar temas delicados, asuntos de riesgo o historias negras significan un peligro. Pero también es cierto que ese riesgo es el que cotidianamente corre el periodismo serio y los periodistas que lo practican, sin importar si el trabajo de los PejeLeaks vaya encaminado a las historias negras de Morena o de AMLO; sin importar si ese ”esfuerzo periodístico” apunta al presidente Peña o a los precandidatos Anaya o Meade.

Lo grave, lo cuestionable, lo inaceptable para una democracia como la mexicana es que se pretenda justificar el trabajo periodístico anónimo a partir de lo bueno, lo malo o regular que pudiera ser el objetivo a investigar.

No, lo cierto es que iniciativas como el “PejeLeaks” deben ser rechazadas no sólo por los ciudadanos sino por los partidos, los candidatos y por la autoridad electoral.

Y es que los ciudadanos no podemos tolerar, investigaciones anónimas, supuestos justicieros o portadores de la verdad que pretendan escudarse en la opacidad, sea que investiguen y/o exhiban al candidato preferido o al más cuestionado de los presidenciables.

Tampoco son tiempos de juicios sumarios salidos del anonimato, sea cual fuera la dirección en la que sean lanzados los anónimos.

Y es que dar carta de naturalización a las “investigaciones secretas” contra tal o cual candidato, partido o ciudadano, es aceptar una versión moderna de los “Comités de Salud Pública” de “dictaduras bananeras” como la cubana, la venezolana, la argentina…

Aceptar, aplaudir y estimular la aparición de los “Pejelaks” es lo mismo que aceptar las campañas negras lanzadas por López Obrador contra sus adversarios y críticos, es lo mismo que avalar los miles o millones de bots a sueldo lanzados por los hombres de AMLO contra periodistas y críticos; es cometer las mismas fechorías que los promotores de AMLO en redes y digitales.

No, en democracia –y en una no consolidada como la mexicana–, resulta inaceptable y debe ser condenable por ciudadanos, partidos y autoridades, el anonimato en la investigación y difusión de supuestas o reales “historias negras” del candidato o partido que sea.

Y si temen a los pisotones, “que no se metan al baile”. O si no quiere ver fantasmas, “que no salgan de noche”.  

Al tiempo.