Los senadores de Brasil abrieron la puerta para el juicio político en contra de Dilma Rousseff.
Es decir, que la señora fue suspendida por hasta seis meses y, de seguir como hasta ahora, no concluirá su periodo en la presidencia de Brasil.
Todo el mundo sabe que Dilma se iría acusada de utilizar dinero de bancos públicos para maquillar las cifras de su administración.
Sin embargo, lo que pocos pueden responder es, ¿por qué se va Dilma?
¿Por qué se va Dilma, en medio de un escándalo de corrupción que ensucia a toda la clase política?
¿Por qué se va Dilma cuando, en realidad, ella no ha sido acusada de corrupción?
¿Por qué se va Dilma con acusaciones tan “chiquitas” en un país donde los crímenes de los políticos escandalizarían al más sensato?
¿Por qué se va Dilma y se queda otro político –Michel Temer– cuya reputación es mucho peor que la de Rousseff?
¿Por qué se va Dilma cuando, quienes la acusan, son un puñado de rateros?
¿Por qué se va Dilma mientras que su antecesor –Luiz Inacio Lula da Silva–, fue exhibido como un funcionario tramposo y nadie lo toca ni con el pétalo de una acusación?
¿Por qué se va Dilma, si fue electa por más de la mitad de los brasileños?
¿Por qué se va Dilma si su salida no resuelve el problema sistémico de corrupción?
¿Por qué se va Dilma y no se van todos los implicados en la descomposición del gobierno carioca?
¿Algún día conoceremos las respuestas a estas preguntas?
