Porfirio: de defensor de Díaz Ordaz a apóstol de la “cuarta transformación”

El pasado 26 de julio, incluso antes de ser designado coordinador de los diputados de Morena, Mario Delgado adelantó que la bancada lopezobradorista propondría a Porfirio Muñoz Ledo para presidir la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, y por ende, para ser presidente del Congreso.

¿El Motivo? Como presidente de la Cámara de Diputados, Muñoz Ledo sería el encargado de colocar la banda presidencial a López Obrador el 1 de diciembre: “Hay una gran disposición y convicción de muchos diputados de querer ver esa foto, ese momento. Hay un consenso muy amplio de que Porfirio presida la Mesa Directiva en ese momento que va a ser simbólico para ese país”, explicó Delgado.

En efecto, esa imagen —que se dará dentro de menos de dos meses si así se lo permite su salud a Muñoz Ledo— será simbólica del verdadero carácter de la “cuarta transformación”.

Y es que Porfirio es un símbolo viviente de la represión del autoritario régimen priista en contra del movimiento estudiantil de 1968. Y es, sobre todo, el símbolo de la negación absurda de un crimen de Estado que apenas fue reconocido por el gobierno el pasado 25 de septiembre… 50 años después.

En 1969, el entonces diputado del PRI Porfirio Muñoz Ledo fue designado por su partido para responder el Informe de Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, quien explicó las medidas tomadas un año atrás, en 1968. Dicho de otro modo, Muñoz Ledo fue el priista encargado de defender no sólo la matanza del 2 de octubre, sino el encarcelamiento y la represión de activistas. Y lo hizo sin tapujos.

Desde la Tribuna, calificó las acciones de Díaz Ordaz como un acto de “madurez revolucionaria” y una decisión política del Estado para imponer su supremacía: “El Poder Ejecutivo tomó sus decisiones y la responsabilidad que asume, es —al mismo tiempo— la reafirmación de la soberanía externa del Estado y de la supremacía del poder público en el interior del país”, aseguró.

Y no conforme con defender al represor, satanizó al movimiento estudiantil, al que calificó como “reaccionario”. Se burló de que los estudiantes buscaran “disminuir la autoridad del Estado e inventar un nuevo régimen constitucional”. Incluso calificó a los activistas como “enemigos del cambio social”, y aseguró que pusieron en peligro la paz pública.

Por eso, la imagen de Muñoz Ledo entregando a López Obrador la banda presidencial, será un símbolo de lo que representa la “cuarta transformación”.

¿Qué clase de transformación podemos esperar cuando los “apóstoles” que la encabezan son dinosaurios del viejo régimen —como Muñoz Ledo o Bartlett— redimidos por un “mesías”.