¿Quién le cree a Javier Duarte?

Este miércoles –a través de su cuenta de Twitter– el gobernador Javier Duarte hizo pública su declaración patrimonial.

Y más allá de las posesiones que Duarte dice tener, lo cierto es que seguramente nadie creerá lo que tenga que decir el veracruzano.

Es decir, que independientemente del ejercicio de transparencia de Javier Duarte, el gobernador perdió la batalla de imagen y de opinión pública.

Más aún, el caso de este político en desgracia nos confirma que en este momento, la justicia mediática, la justicia de las redes sociales y la justicia de la opinología es más fuerte, es más efectiva y es más sólida que la justicia de los tribunales.

Según parece, un montaje de corte político electoral –como el que enfrentó Javier Duarte– tiene el potencial de convencer a millones de que un político es lo peor que existe en México… y en esta lógica, poco o nada importa que las cifras, que los hechos y que la realidad perfilen un escenario distinto.

Y es que mientras muchos ven en Veracruz a la entidad más violenta… lo cierto es que en Colima hay más asesinatos, en Zacatecas hay más extorsiones y en estados como Nuevo León, la incidencia delictiva ha crecido mucho más a prisa que en Veracruz.

Mientras que muchos ven a Duarte como un represor de la libre prensa… en los hechos, quienes asesinan periodistas suelen ser criminales organizados y en estados como Oaxaca, el número de profesionales de la pluma muertos es prácticamente igual que el de Veracruz.

Y mientras que muchos ven a Duarte como el ejemplo de la opacidad… también es cierto que muchos alcaldes, muchos legisladores, muchos empresarios y muchas otras figuras públicas son igual o más tramposas que el gobernador priista.

Por eso, hoy más que nunca es evidente que a pesar de que Javier Duarte gane una eventual la batalla en tribunales, a pesar de que intente limpiar su nombre al exhibir sus bienes –como hizo ayer–, y a pesar de que haga todo lo que esté a su alcance para resarcir sus fallas con la sociedad, lo cierto es que la “inquisición tuitera” no sólo lo acusó, lo juzgó y sentenció… también demostró que las instituciones de procuración de justicia parecen estar de más cuando la opinión pública –que se deja convencer por rumores y verdades a medias– está convencida de la “culpabilidad” de un individuo.

Eso sí, Javier Duarte puede ser todo lo malo que dicen. Aquí no tratamos de lavar el rostro a nadie.

Simplemente es necesario decir que para muchos, un individuo es culpable de todos los males… sin embargo, esta culpabilidad no se ha juzgado, probado ni procesado en tribunales.